Qué cuántos años tengo?
-¡Qué importa eso !
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin
miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo
al fracaso o lo desconocido...
Pues tengo la experiencia de
los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
José Saramago
LOS CAMBIOS BIOLOGICOS
PUEDEN SER VIVIDOS COMO CATASTROFICOS O EL MOMENTO DE EMPEZAR A VIVIR DE OTRA
MANERA
Mucho se ha hablado en el último tiempo del climaterio masculino,
tratando de encontrar una etapa del hombre similar al de la mujer. Lo cierto es
que en ambos sexos existen al respecto similitudes y grandes diferencias,
cuando se piensa este período, de supuesta
declinación de la actividad sexual.
En principio es cierto que a una determinada edad se produce una
disminución hormonal tanto en la mujer
como en el hombre, en la mujer aparece
un elemento visible en su experiencia, que es la menopausia (meno=mes pausia=cesación)
cesación del período menstrual y por lo tanto de su período reproductivo, que
acontece entre los 45-50 años.
En el hombre estos cambios no se hacen tan visibles biológicamente,
pero están descriptos, entre los 50-55 años, disminución de la potencia eréctil
y disfunciones urinarias prostáticas (andro=varón pausia=cesación), es la
llamada anndropausia del macho, es decir, las arrugas en el cuerpo van
señalando paulatinamente el paso del tiempo.
De todas formas estos cambios no deberían incidir en el comportamiento
sexual puesto que la libido tanto para el hombre como para la mujer, se dispara
independientemente de lo hormonal, el animal también tiene sexo pero para el
humano el sexo es erotismo, porque esta arraigado en la cultura.
Por esto el deseo erótico esta ligado, desde la temprana infancia,
a fantasías conscientes e inconscientes
y a huellas traumáticas de cada uno, y a la posibilidad o no de recrearlas o
reprimirlas. Es decir que un hombre o una mujer de “cincuenta y pico”, pueden o
no tener una actividad sexual satisfactoria de acuerdo a como puedan canalizar
y reconocer sus deseos sexuales y vivirlos plenamente. Por eso la realidad es
tan diferente de un individuo a otro.
Estudios estadísticos recientes indican que esta supuesta declinación
es mas frecuente en la mujer que en el hombre, en las clases altas que en las
bajas y en la raza blanca que en la negra. Lo cual debe hacernos pensar que las
determinaciones culturales, sociales y económicas tienen mucha importancia, mas
allá del inevitable proceso de deterioro, que como un reloj del cuerpo nos
habla de nuestra finitud.
La mujer sabe del estigma social que significó este significante:
“climaterio” hasta mediados del siglo que acaba de terminar. Significó, vejez
prematura, disminución en su valoración y discriminación injustificada. Por lo
cual considero imprescindible, no instalar el mismo estigma con respecto al
hombre.
Lo más común es que a determinada edad la sociedad espera que las
personas terminen de madurar, y dejen poco a poco el sexo para la juventud.
Viejo verde, degenerado o vieja loca son en esos casos los calificativos más
comunes.
La mujer educada para casarse y tener hijos como ideal puede encontrar
en su menopausia un signo de decrepitud que la lleve a la depresión y la frigidez,
al no poder separar sexo, familia y reproducción de manera satisfactoria.
En el hombre la disminución de la libido se encuentra muchas veces relacionada con
complejas situaciones de alienación, en una sociedad que espera que el macho
sea potente en el sentido del éxito en la competitividad laboral y social pero
luego, o le niega la posibilidad por falta de trabajo, o los descarta por
conveniencias económicas.
Además es una época de la vida que coincide con la emancipación de los
hijos, la muerte de los propios padres y el fin de las ilusiones adolescentes.
En estos casos los varones pueden tener angustia, depresión, culpa e
impotencia, por no poder separar trabajo, éxito y sexualidad.
Es decir a determinada edad el hombre debe poder asumir los fracasos
que esta sociedad carnívora le produjo: “Trabajé como un burro toda mi vida
para tener un lugar y no tengo nada”. Momento de aceptar las ilusiones
perdidas, de separar la “hombría” y la potencia de estas situaciones y de
entender que la competencia puede ser un motor en la vida, pero llevada al
extremo produce un resto que es el propio sujeto.
Estas son las condiciones más
comunes por las cuales el hombre siente que le llega la hora de la
claudicación, mezcla de depresión, frustración y remordimientos que se tapan y
se explican diciendo”: viejo, te llegó la hora”
“Es el turno de jubilarte y dejar paso a los jóvenes”.
Así se puede empezar a anudar un tema de dificultades laborales y
sociales con una ideología del climaterio masculino que afecta su cuerpo, sus
relaciones, su libido y en definitiva pone fin al sexo pero también a su
imaginación.
Es el momento de dejar caer estas identificaciones mortales ya que un hombre o una mujer de edad avanzada siguen siendo un hombre y una mujer, no son abuelos en todo
Los especialistas pueden terminar de cerrar este circuito de
enfermedad al certificar con un diagnostico de climaterio masculino, y
relacionar edad disminución hormonal y las dificultades en
las conductas sexuales, a veces recomendando viagra dejando de lado que
son síntomas emergentes de esta sociedad
posmoderna y de conflictos que deben ser tratados en psicoterapia. El uso de
viagra además funciona si existe el deseo sino se convierte en un factor
peligroso ya que los consumidores deben tomar cada vez dosis más altas con el
riesgo que esto trae y que está demostrado por la cantidad de casos fatales.
Podemos decir que es el momento donde se juega la posibilidad de que un hombre y una mujer puedan gozar mas alla del falo. Puesto que el goce del órgano a veces hace de obstáculo para gozar del cuerpo como tal.
Una sociedad que enfrascada en el éxito y la eficacia económica va
relegando cada vez mas a sus sujetos a ser solamente entes pasivos y
consumidores a veces de tonterías, sin poder reflexionar minimamente en su
existencia, y poder preguntarse: ¿qué buscamos? ¿De que gozamos? ¿Cuáles son los prejuicios y
las inhibiciones que tenemos? Y mucho menos reflexionar sobre estos anuncios de
la vejez y la muerte que esta sociedad se niega obstinadamente a hacer entrar
en el diálogo que forma parte de la vida.
Dr. Ernesto Pérez
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