Subjetividad de la Época

Subjetividad de la Época
Ernesto Perez

"No hay otro tiempo que el que nos ha tocado"
Serrat
Significantes Amos que nos determinan. Que nos arrastran a una forma de gozar es decir de sufrir.
¿ideologías?: las ideas de la conciencia individual y del imaginario social,
¿los episteme?: conocimientos que los filósofos marcan como el filo de lo discontinuo en un período.
Mentalidades que la historia construye en un momento dado. Aquello que permanece y perdura en un tiempo y que conforman una época, del griego "epéchein": lo que continua, lo que persiste...

Pero " es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”. “Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros.” Giogio Agamben

Morir es un arte,
como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Silvia Plath


miércoles, 31 de enero de 2018

¿El padre angustiado?

 Los padres de la época del capitalismo globalizado se angustian. Se angustian por la carencia en poder cumplir su función, no saben que hacer con sus hijos y casi les piden a ellos que los ayuden.
Es que hay un saber ancestral sobre como ocupar ese lugar que se ha perdido. Los padres se han transformado en el mejor de los casos en buenos educadores que se autorizan en el saber técnico y de los especialistas para mínimamente poder cumplir su papel. Ya se ha perdido el padre que trasmitía una ley, porque esta ley solo es la ley del mercado que implica un cambio en la subjetividad.
Así consultan al psicólogo, al psicopedagogo, al nutricionista, especialistas en amamantamiento, etc.
Ya nadie sabe que es esto de andar viviendo y andar muriendo, se corto el lazo con el legado de la experiencia.
El psicoanálisis plantea al padre como aquel sujeto que tiene el coraje de asumir su deseo y llevarlo hasta sus últimas consecuencias, es decir un sujeto que tiene el coraje de vivir y trasmitir esa experiencia.
Tal vez muchos padres sientan esa angustia de tener que enfrentarse a la causa de su deseo y esto les resulta insoportable porque es poner un velo y sostener un semblante en relación a la barradura del Otro.
Lo cierto es que al no hacerlo aceptan convertirse en lo que Lacan llamo el padre humillado tomando una obra de Paul Claudel: "en una estructura social como la nuestra, el padre es siempre, en algún aspecto, un padre discordante en relación a su función" (Lacan seminario de la transferencia).

Esta discordancia consiste entonces en una falla de dicho recubrimiento de lo simbólico y lo real. De modo que, entre la función simbólica y aquél que tiene que encarnarla y dar prueba de ella, aparece -nos dice- una discordancia neta. Como consecuencia, en lugar de enfrentarla se angustian, lo cual patentiza la diferencia. Y, a partir de esta última, el padre permanece, con respecto a su función, en situación carente, tal como lo sitúa Lacan: "un padre discordante en relación a su función, un padre carente, un padre humillado, como diría Claudel". 

"Pero ¿es esto todo?. ¿Acaso la necesidad misma, al lado de lo que aquí se nos traza, se nos representa, se nos torna sensible por la experiencia y hasta por los hechos, muchas veces pesados por nosotros, de la carencia de la función del padre, acaso la necesidad del mantenimiento del mito no atrae nuestra atención sobre otra cosa? sobre la necesidad de la articulación, del apoyo, del mantenimiento de esta función: que el padre, en la manifestación de su deseo, sabe a qué "a" se refiere dicho deseo.
El padre no es causa sui — de acuerdo con el mito religioso— , sino sujeto que ha llegado lo bastante lejos en la realización de su deseo, como para reintegrarlo a su causa cualquiera que esta sea, a lo que hay de irreductible en la función del a". (
Lacan final del seminario de la angustia)

Ernesto Perez

 

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