Subjetividad de la Época

Subjetividad de la Época
Ernesto Perez

"No hay otro tiempo que el que nos ha tocado"
Serrat
Significantes Amos que nos determinan. Que nos arrastran a una forma de gozar es decir de sufrir.
¿ideologías?: las ideas de la conciencia individual y del imaginario social,
¿los episteme?: conocimientos que los filósofos marcan como el filo de lo discontinuo en un período.
Mentalidades que la historia construye en un momento dado. Aquello que permanece y perdura en un tiempo y que conforman una época, del griego "epéchein": lo que continua, lo que persiste...

Pero " es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”. “Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros.” Giogio Agamben

Morir es un arte,
como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Silvia Plath


martes, 5 de septiembre de 2017

Sexuación: cambio de época y los cuatro discursos


“No es casualidad si las mujeres están menos encerradas que sus partenaires en el ciclo de los discursos. El hombre, el macho, lo viril, tal como lo conocemos, es una creación de discurso….no puede decirse lo mismo de la mujer. Sin embargo el dialogo es posible situándose en el discurso”

Es intención de estas líneas plantear el efecto de sexuación que los cuadrípedos de Lacan nos plantean. Sabemos que las escrituras de la sexuación van a ser desarrolladas por Lacan en los Seminarios XIX y XX, pero ya que se trata del campo del goce y del lazo social, sería importante definir cuál es la naturaleza del lazo que une a los sexos y cómo podemos entender el ser sexuado a partir de lo que se desprende de los cuatro discursos. Tanto lo que determina el discurso del amo antiguo, como el cambio de discurso que implica otros modos de la sexualidad.

Sujeto hombre y sujeto mujer en el discurso del patriarcado

 Lacan plantea que la posición masculina es la que se identifica con el Significante amo y hace semblante de amo. Mientras la posición femenina se identifica en el lugar del esclavo significante del saber, en el límite del conjunto vacío en el lugar del Otro[1].

El hombre se queda con los semblantes narcisísticos del S1, semblantes de todo ser, todo poder y todo gozar, tratando de representar el goce fálico que como el goce femenino están fuera de discurso. Por eso su goce es en fracaso dura lo que dura el goce del órgano sostenido fantasmáticamente en relación al plus de goce que le ofrece el esclavo.

El esclavo no quiere ser, ni tener, lo que desea es gozar de su saber hacer, en esto interviene todo su cuerpo. Imaginemos al agricultor con sus pies en el barro sabiendo sin saber, qué tierra, qué vientos, qué temperatura son convenientes para su producto. Un saber cómo goce en el cuerpo que no siempre es satisfactorio.

La mujer está ubicada por Lacan en este discurso en el lugar del esclavo, el lugar del goce como tal. Ella a través de su mascarada debe producirse como objeto plus para el fantasma masculino, a través de múltiples fetiches en su cuerpo que a lo largo de los tiempos han cautivado a los hombres. Pero ella, nos dice Lacan, además de objeto para el hombre, utilizando una bella metáfora: como flor hunde sus raíces en el goce Otro:

 “La mujer le permite al goce osar llevar la máscara de la repetición. Se presenta aquí como lo que es, como institución de la mascarada. Le enseña a su pequeño a pavonearse. Conduce hacia el plus de goce porque ella, la mujer, como la flor, sumerge sus raíces en el goce como tal”[2]

Es decir la mujer “como flor hunde sus raíces en el goce como tal”, alusión al goce femenino que queda fuera de discurso y solamente puede entrar en él como histérica o como esclavo.

El sujeto masculino deberá conformarse con sus semblantes de macho, de tener, identificaciones donde no queda nada de cuerpo y solo gozar de migajas del goce, como le llama Lacan al goce del plus de gozar. Esto si no es muy neurótico y puede aceptar su castración que como sabemos todo amo se niega ferozmente, y la histérica es la que se lo recuerda. En el caso de no aceptar la castración y no poder ubicarse como sujeto hay una barrera que impedirá esta posibilidad de goce y se agitarán fantasmas mortíferos.

                                                       “La barrera que está a nuestro alcance nombrar ahora mismo en el nivel del discurso del amo es el goce, simplemente en la medida en que está prohibido en su fundamento. Se toman migajas del goce, pero en cuanto ir hasta el final, ya les he dicho como se encarna eso, no es preciso volver a agitar fantasmas mortíferos”[3]

Por la vía de lo que Lacan llama fantasmas mortíferos es cómo podemos pensar la misoginia del hombre, que puede llegar al crimen en el discurso del amo, que como estamos viendo es el discurso del patriarcado

El neurótico obsesivo no puede ocupar el lugar del amo porque tiene una transferencia no resuelta con él. Cree en EL AMO con mayúsculas. Cree que el amo es todo gozar del falo a lo que él aspira, cree que el amo es el que hace gozar a la mujer, cuando sabemos que solo goza de su órgano en el fantasma, siempre que no sea un amo muy neurótico.

“El goce fálico es el obstáculo por el cual el hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque de lo que goza es del goce del órgano”[4]

La neurosis histérica no puede gozar de su cuerpo como Otro, porque ella tiene una transferencia no analizada con la Otra mujer. Ella cree en LA MUJER, la mujer total, aquella que sabe cómo hacer gozar al hombre. Tanto el obsesivo como la histérica creen en la relación sexual que no existe. 

Por eso ella se presenta con su insatisfacción, reprimiendo el objeto plus de gozar y se dirige a su hombre para mandarle que le produzca ese saber de La mujer que no existe, desnudando a su vez la realidad del amo: que está castrado.

¡Ya no hay verdaderos hombres para ella! ¡No son más que semblantes! Es su queja de insatisfacción porque ella quiere un amo de verdad[5].

 Cambio de época y cambio de discurso

Lacan plantea un cambio de discurso que determina un cambio de época con todas las modificaciones que esto ha traído en los semblantes y en el modo de gozar, y la angustia y los nuevos síntomas que llamamos problemáticas clínicas contemporáneas.

En esta época pasamos del semblante de amo, S1, como dominante, al semblante del saber cómo dominante, S2. Esto implica un profundo cambio: el amo ahora es el saber, es un saber de amo. El esclavo fue despojado de su saber ancestral y ahora los que saben son los técnicos, los especialistas. Manda la estadística y el saber. Saber cerrado porque está preestablecido y hay que tomar por “evidencias científicas”. Y un saber de los derechos humanos que se instalan a partir de la revolución francesa y que implica un desplazamiento del padre rey.

Antes por ejemplo el padre sabía cómo manejarse como padre, lo mismo que la madre, era un saber heredado de generación en generación, que estaba como reserva inconciente de cada sujeto, hoy en día los padres deben hacer un curso o leer algún libro, no saben qué hacer con sus hijos, con todo el nuevo malestar contemporáneo que esto acarrea. Se cortó la relación con el saber inconciente ancestral. En el mejor de los casos los padres son buenos profesores de sus hijos, ya no sostienen y trasmiten la ley sino que al estar instalados en el discurso universitario se transforman en buenos educadores.

En el discurso del amo se sabía cocinar, comer, dormir, y estoy hablando de las funciones básicas. En la actualidad las mujeres y los hombres aprenden a cocinar por internet o en algún programa de televisión. Para saber comer bien hay que ir a un nutricionista. Y ya nadie sabe dormir, para saber si uno duerme bien hay que hacerse un electro sueño y es el especialista quien lo determina. Ya nadie aprende el oficio de su padre que a su vez lo aprendió de su abuelo, sino hay que hacer carrera: hay que ir a los jardines maternales, de infantes, preescolar, primario, universitario, posgrado, máster, doctorado y nunca se termina de estar en condiciones de ejercer, porque hay que saber más, actualizarse, en una palabra ser un universitario de por vida, nunca se alcanza una identificación S1 que sostiene al sujeto, más allá de los títulos que como vemos cada vez se necesitan más porque tienen menos valor. El S1 queda reprimido debajo de la barra en este discurso. Y de acuerdo en qué etapa de la vida ocurra este cambio de discurso tendremos distintas gravedad de patologías.

En el lugar del Otro tenemos el objeto a, que ahora se comporta como vacío, como nada de ser, mercancía pelada y la única posibilidad es llenarlo con distintos valores según estemos a la altura del aprendizaje o no. Hay una carrera para estar en la última expresión del saber. Una carrera que Lacan llama yocracia[6]. Hay una producción del sujeto dividido en este discurso que nos dice Lacan lo hacemos con el propio cuerpo, con el pellejo, lo cual provoca angustia, estrés, todo tipo de trastornos en el cuerpo como panic attack y a veces pasajes al acto, violencias tratando de conseguir de alguna forma la identidad de la que fueron vaciados[7]. El sujeto forcluído de lo simbólico intenta aparecer en lo real del cuerpo.

 Semblantes de la sexualidad en la época

Digamos que este cambio de discurso produce profundas modificaciones en lo que se refiere a ser hombre y mujer hoy y por lo tanto en la sexualidad.

El saber que fuimos aprendiendo y en el que vamos siendo educados es el de la igualdad entre el hombre y la mujer, en los derechos y las costumbres. Aparecen los estudios de género donde nos explican que no hay dos géneros sino una gama entre el polo hombre y el polo mujer que llamamos trans.

Los efectos de los movimientos feministas en lucha contra todo vestigio de machismo y la sociedad patriarcal son también una constante de la época.

Podemos constatar una decadencia del Nombre del Padre y con esto de la masculinidad. Hoy asistimos en este mix, a la construcción por el discurso de hombres light, hombres que se feminizan y toman actitudes que en el discurso del amo antiguo eran femeninos. En su aspecto personal y sus conductas.

Hay un culto del cuerpo para lograr ser exitosos. Aparecen nuevos ideales en este unisex que se impone. Esto puede lograr ser verdaderamente exitosos en relación a la evaluación a la que son sometidos los sujetos y se producen efectos maniacos por el narcisinismo en juego, o quedan como inhibidos sexuales deprimidos, que son los caídos del discurso.

Por esto ser bipolar es la moda. El enganche al discurso es flojo y hay para el narciso reinante buenas notas, malas y muy malas. Todos somos evaluados y evaluadores.

Las teorías de género invaden cada vez más nuestro lenguaje, en este sentido el género como semblante simbólico imaginario es la identificación a los significantes que el Otro de las instituciones aporta a este juego entre hombres y mujeres, instituciones dominadas por el discurso universitario. Aquí no importa la anatomía, ya que perfectamente un nacido varón biológicamente puede hacer de mujer y viceversa, con toda la gama de rasgos distintivos que van de un polo al otro según las culturas.

Así es como aparecieron las teorías Queer que deconstruyen toda identidad de género, no importa si se es hetero, homo o trans. En este sentido las teorías Qeer se acercan a la deconstrucción analítica donde toda identificación es puesta en cuestión, especialmente las identificaciones del semblante sexual. Los estudios Queer plantean que mantener identidades de género es caer en la misma trampa de la discriminación que se critica, ya que cada colectivo de la llamada diversidad de género, tratará de sostener su espacio con toda la autosegregación que esto provoca.

Para Paul Beatriz Preciado, una de las voces fundamentales de la Teoría Queer, este término trata de designar a un «movimiento post-identitario». En sus palabras se trata de “Una posición de crítica atenta a los procesos de exclusión y de marginalización que genera toda ficción identitaria, tanto dentro de sociedades heterosexuales como en la cultura gay”[8].

El psicoanálisis con sus teorías ha colaborado en este cambio de discurso al producir caída de los ideales y las identificaciones y darle la palabra a la mujer.

Con la decadencia del Padre, el fantasma y los semblantes ya no son tan fijos y esto da lugar a un cambio y variaciones en los modos de la sexualidad en los sujetos.

El “no hay relación sexual” lacaniano abre un hueco entre los sexos donde es posible más allá de la fijeza de la estructura del fantasma, acceder a otras maneras de gozar, que incluso pueden ser una invención. No hay práctica sexual fundamental, todas y de igual manera son modos de suplencia de la relación sexual que no existe.

¿Podríamos pensar que la época está llevando a momentos de caída de la identificación sexual, un pasaje por el No-Todo, y entonces el sujeto tendría la posibilidad de experimentar algo de ese Otro goce? ¿Una libertad entre goce y semblante que los hombres especialmente antes no tenían? ¿Una pragmática en la relación sexual donde cada cual podría inventar su modo de gozar?

Pero junto a estos cambios en la sexualidad que afecta a todo el lazo social en relación a la diversidad aparecen grupos conservadores del discurso del amo antiguo que son violentos, ultra religiosos, racistas y homofóbicos. No aceptan la diversidad, no aceptan estos otros modos de goce y junto con los grupos feministas y del colectivo LGTB, plantean una conflictiva que forma parte del malestar contemporáneo.

El psicoanálisis no es ajeno a estas corrientes, hay sectores de psicoanalistas que quieren sostener el nombre del padre y otros sectores que acompañan esta nueva era de derechos compartidos. Creo que la última enseñanza de Lacan nos plantea ir más allá del padre y entonces hacerse cargo de un goce absolutamente singular.
Ernesto Perez
Texto presentado en el XI Congreso Argentino de Salud Mental 31/09/17




[1]Lacan, J. (1990). Seminario XVII: “El envés del Psicoanálisis”. Bs. As., Arg. Editorial Paidós. Pág. 74
[1]Miller, J, A.(2003) La experiencia de lo real. As. As. Editorial Paidós. Pág. 241
Lacan, J. (2008). Seminario XVI:“De un Otro al otro”. Bs. As., Arg. Editorial Paidós. Pág. 41
[1]Ibidem. Pág. 58 y 59
 
[3]Ibidem. Pág. 114
[4]Lacan, J. (2008). Seminario XX: aún. Editorial Paidós. Pág. 15
[5]Ibidem. Pag. 137
[6]Lacan, J. (1990). Seminario XVII: “El envés del Psicoanálisis”. Bs. As., Arg. Editorial Paidós. Pág.66
[7]Ibidem. Pág. 111
[8]Beatriz Preciado. Manifiesto Contrasexual. Editorial Opera Prima. 2002. Madrid.

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