Subjetividad de la Época

Subjetividad de la Época
Ernesto Perez

"No hay otro tiempo que el que nos ha tocado"
Serrat
Significantes Amos que nos determinan. Que nos arrastran a una forma de gozar es decir de sufrir.
¿ideologías?: las ideas de la conciencia individual y del imaginario social,
¿los episteme?: conocimientos que los filósofos marcan como el filo de lo discontinuo en un período.
Mentalidades que la historia construye en un momento dado. Aquello que permanece y perdura en un tiempo y que conforman una época, del griego "epéchein": lo que continua, lo que persiste...

Pero " es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”. “Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros.” Giogio Agamben

Morir es un arte,
como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Silvia Plath


sábado, 28 de noviembre de 2015

EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿EL PSICOANALISIS COMIENZA EN LENGUA CASTELLANA?

En su adolescencia Freud inventó un dispositivo de diálogo extraído de una de las novelas de Cervantes. Fue un diálogo secreto con un amigo para aprender el idioma castellano. Diálogo de perros donde él tomaba la posición de escucha y que nos remite a las filosofías cínicas. Se llamaban así ( kínicos) ya que sus comportamientos se asemejaban al de los perros, dialogo mordaz, que destrozaban la conciencia del interlocutor.
 Sigmund Freud mantuvo una estrecha relación durante su adolescencia con un compañero de colegio, rumano nacido en Jassy, educado en una familia judía ortodoxa, llamado Eduard Silberstein (1856-1925) . La relación entre ambos fue cercana, al punto de que decidieron aprender español de forma autodidacta, para lo cual fundaron una especie de sociedad  literaria secreta, a la que llamaron «Academia Castellana» (A.C.) o, en otras ocasiones, «Academia Española» (A.E.), integrada en todo momento únicamente por sus dos miembros fundadores . El acta fundacional de la A.E., así como sus estatutos, debieron existir realmente, pues a menudo durante la correspondencia  de estos años tanto Freud como Silberstein aluden a tales documentos, pero es muy probable que quedasen en poder del primero, quien los destruiría, pues no nos han llegado. Sea como fuere, la colección epistolar de que se componen las Cartas de  juventud está compuesta por 75 misivas, incluyendo postales y mensajes cortos redactadas por Freud, de las que 22 están escritas totalmente en castellano y 13 solo de forma
parcial. 
En las Obras Completas de López Ballesteros Freud después dirá que aprendió el castellano solo para leer el Quijote de Cervantes
 Una de la Novelas Ejemplares (1613) de Cervantes, El coloquio de los perros, debió de impresionar especialmente a los dos integrantes de la Academia, puesto que adoptaron como pseudónimo o nombre en clave el de sus protagonistas, los dos perros que conversaban tumbados en el recinto del hospital de Valladolid. Así, Freud pasó a ser Cipión, y Silberstein Berganza
En tal sentido y tiempo después, el 7 de febrero de  1884, Freud escribió a Martha Bernays:
"Hoy ha venido a verme otra vez Silberstein, me tiene el mismo afecto que antes. Fuimos amigos en una época en que no se entiende la amistad como un deporte o una ventaja, sino en que se necesita al amigo para vivir con él. Estudiamos  juntos el español, tuvimos una mitología propia y nombres secretos que habíamos tomado de un diálogo del gran Cervantes. En nuestro libro español de lecturas encontramos una vez un diálogo filosofico-humorístico entre dos perros, que están sentados contemplativos delante de la puerta de un hospital,  y nos apropiamos sus nombres, tanto en el trato escrito como en el oral".
En este sentido Freud adolecente como Cipión creado por Cervantes ejercía como de terapeuta, oyendo las historias que narra el perro Berganza –a modo de catarsis– en relación con sus vivencias, experimentadas con sus numerosos amos, a modo de penitente producto de una «sociedad enferma»


Ernesto Perez

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cervan/el_coloquio_de_los_perros.htm   

CIPIÓN.- Ése es el error que tuvo el que dijo que no era torpedad ni vicio nombrar las cosas por sus propios nombres, como si no fuese mejor, ya que sea forzoso nombrarlas, decirlas por circunloquios y rodeos que templen la asquerosidad que causa el oírlas por sus mismos nombres. Las honestas palabras dan indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Psicoanálisis y Salud Mental



                                                En la época del capitalismo salvaje

El código moral del fin del milenio
no condena la injusticia, sino el fracaso
                                                                                                 Eduardo Galeano
 
Vamos a reflexionar sobre la relación posible que vienen manteniendo el psicoanálisis y el campo de la salud mental. Esta relación siempre fue de una cierta tensión. En sus comienzos fructífera pero con la avance de las grandes empresas farmacéuticas se fue haciendo incompatible.

Esto se fue plasmando a partir de los años cincuenta en el trabajo especialmente hospitalario donde la praxis psicoanalítica se fue reinventando para pensar nuevos problemas, y la salud mental recibía el motor teórico que necesitaba para avanzar en su praxis transformadora sobre el modelo asilar.

Vamos a pensar lo que ocurre en la actualidad después que paso bastante historia desde que la salud mental hace su aparición primero como higienismo mental, y luego después de la segunda guerra mundial, con una fuerza que fue capaz de cuestionar el modelo psiquiátrico tradicional.

Nuestra tesis es que en la época del capitalismo tardío, también llamado salvaje, de la globalización neoliberal, la praxis de la salud mental se fue degradando de sus principios iniciales, y fue cayendo en una nueva y sin precedente segregación y estigmatización de la enfermedad mental. Maquillada con los viejos lustres de los derechos humanos oculta, al dejar de lado la subjetividad producto del desencadenamiento de la ciencia, un gran negocio. Un mercado mundial donde la enfermedad y sus tratamientos dejan suculentos dividendos. Es en este sentido que pensamos que psicoanálisis y salud mental son incompatibles.

Es por esto que la salud mental hoy es el campo de una conflictiva política donde se juegan posiciones antagónicas y donde el psicoanálisis tiene mucho para decir.

Basta señalar la última bomba que acaba de estallar días antes de que se lance al mercado el nuevo manual diagnóstico DSM V de la Asociación Americana de Psiquiatría, cuya elaboración estuvo plagada de polémicas. Pues  el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos anunció que abandona esa clasificación que determina cientos de patologías mentales con criterios externos y siempre muy acordes a las necesidades de la industria farmacéutica.

El escándalo que significa que en el 2008 en EEUU casi la mitad de los habitantes se reputan clínicamente enfermos de algún cuadro mental y casi la cuarta parte de la población 67,5 millones ha tomado antidepresivos. Se prescribían ya entonces 200 millones de recetas anuales para tratar la depresión y la ansiedad.

Origen del campo de salud mental y encuentro con el psicoanálisis

En sus orígenes esta corriente de la salud mental fue una fuerza de cambio que incorporando el psicoanálisis, el hospital de día, las terapias grupales y terapias por el arte supieron enfrentar el discurso manicomial, representado por los grandes nosocomios que simbolizan el encierro del enfermo mental a veces en forma definitiva.

Esta corriente progresista munida de los ideales de la época de liberación, donde los derechos de las personas estaban en el centro de su accionar y fortalecida por la teoría del psicoanálisis,  se enfrenta a la discriminación y segregación del enfermo mental. Aboga por la reinserción social y plantea postulados donde trata de escuchar al que sufre aunque el que sufra tenga un discurso delirante, porque se trata de buscar procesos de subjetivación.

En este sentido el psicoanálisis ha ayudado en la conformación de políticas que tengan esta orientación. Así la creación de hospitales de día, la creación de servicios de salud mental en todos los hospitales generales con camas para internaciones breves, los centros de día, las casas de medio camino, el acompañamiento terapéutico, las terapias ambulatorias junto con la incipiente farmacología conforman un momento de encuentro entre psicoanálisis y salud mental.

La psicofarmacología aparece en este sentido para posibilitar el despliegue de la palabra evitando los electroshock y los chalecos de fuerza, en la misma línea de reinserción social y evitar la cronificación y el encierro.

Esto posibilito que psicoanálisis y salud mental encontraran coincidencias. Habría que destacar en este sentido la actual promulgación de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 que implica un avance inédito en esta materia. Que tuvo y sigue teniendo enormes resistencias desde la corporación médica, la corporación judicial  y las grandes empresas farmacéuticas.

Diferencias entre Salud Mental y psicoanálisis

La salud definida por la OMS como “un estado de completo bienestar físico, psíquico y mental” en la Conferencia Sanitaria Internacional realizada en New York en 1946 y que entra en vigencia en 1948, comienza a delinear este cambio de paradigma en la concepción tradicional y que abarca el diagnostico, la prevención, el tratamiento, y en el campo psiquiátrico implica que el enfermo de ser objeto clasificatorio y de vigilancia social, pasa a ser sujeto de su propia curación.

Así la salud mental desde el psicoanálisis es un ideal para llevar adelante políticas de cambio. El bienestar es el punto central donde gira su accionar, se pasa de pensar en términos de enfermedad a pensar en términos de derechos e ideales de salud.

Al entrar la salud, como bien a formar parte de la política, aparece el campo de discusión de distintas políticas a llevar adelante y un debate que se fue dando sobre concepciones de salud y los intereses que se pusieron en juego. Porque esta es una corriente que va a levantar los derechos humanos como bandera: a la salud, a la vivienda, a la educación, al trabajo, a la seguridad, etc.

Así el psicoanálisis al considerar todo esto como un derivado de los ideales de la persona y que la curación y el bienestar son efecto secundario de un análisis plantea sus diferencias, pues hay un incurable para el sujeto: del inconciente nadie se cura. Másallá del principio del placer, el masoquismo primario y la repetición en relación al superyó, le hacen pensar a Freud que el enfermo no quiere su curación, y esta resulta un imposible, solamente podremos llegar a un núcleo de real donde el sujeto debería hacer algo con eso. También para Lacan el psicoanálisis va más allá de los ideales y cuando escribe Kant con Sade descubre que el sujeto puede estar bien en el mal, llevando la ética a un impase diferente. No necesariamente el sujeto quiere su bien. Así es Lacan quien lleva el pensamiento freudiano más lejos con su noción de sinthoma como el núcleo que queda al final.

O sea que si bien Salud mental y Psicoanálisis coinciden en la importancia de la subjetividad en el sentido de la no segregación del sujeto, difieren en el lugar donde el campo de la salud mental es guiada por ideales en las políticas de salud, en cambio el campo del psicoanálisis es guiado por la singularidad de un imposible de curar y acompaña al sujeto a inventarse algo con eso.

La Salud Mental  las neurociencias y las nuevas tecnologías

 En este panorama el desencadenamiento del discurso científico, va a producir efectos enormes en este campo así planteado. La salud de ser un bien entendido como un derecho se fue convirtiendo en una mercancía.

Las nuevas tecnologías se fueron introduciendo para tratar políticas llamadas “de gestión”, es decir la salud es una mercancía y se necesitan buenos gerenciadores para producir un beneficio, beneficio que se fue traduciendo no en una mejor subjetivación, sino en pensar en costos y en la extracción de  mayor plusvalía de los sectores implicados, y en este sentido las privatizaciones y los recortes de los presupuestos estatales fueron los efectos concretos de este proceso.

Se va operando paulatinamente un cambio de paradigma.

A partir del año 1952 que se desarrolla la clorpromazina (Ampliactil) comienza una introducción de la psiquiatría puramente biológica dentro de la psiquiatría y la salud mental.

Si bien esto trajo al principio una ayuda fundamental en los tratamientos porque el enfermo calmaba su excitación, su angustia y podía desplegar su palabra y su subjetividad, rápidamente el fármaco introduce toda la industria farmacéutica y con los grandes laboratorios elaborando productos , el fármaco se va haciendo central especialmente en los años 90 y va reordenando todo el campo de la salud mental, en tanto diagnostico (el cambio del DSM II del año 1965 al DSM IV de 1994 es fundamental, ya que se pasa de la incidencia que a través del síntoma el psicoanálisistenía en este campo, al trastorno donde es la neurociencia y el cognitivismo el eje) también en tanto al tratamiento (ya no importa la subjetividad o es secundaria, lo que importa son el nivel de los neurotransmisores en alta o en baja, y la ayuda psicoterapéutica tiene objetivos preestablecidos). Esto tiene como proyecto: llegar a la enfermedad mental generalizada y la medicalización absoluta de toda la patología incluyendo situaciones de conflicto, angustia o ansiedad normales en la vida del ser humano.

A todo esto hay que agregar que el DSM V,acentúa estos rasgos donde se ata la salud mental a las neurociencias en forma más intensa.

El negocio de los medicamentos en el mundo después del negocio de las armas y las drogas es el más importante. Lo cual implica una rentabilidad que necesita de actores dentro de los agentes de la salud mental. Así los médicos son formados en neurociencias y los psicólogos en terapias cognitivas que prometen una eficacia más alta y más rápida que los tratamientos por la palabra. Los congresos “científicos”, al igual que algunas publicaciones,  pagados por los laboratorios en vez de discutir sobre temas de la especialidad parecen diseñados para vender un producto.

El sistema capitalista globalizado ha impuesto el fármaco como normal dentro del consumo. En este sentido es que podemos decir que la toxicomanía es el símbolo de esta época. Un producto cada vez más masivo, adictivo y que deja una enorme plusvalía.

Así el desenfreno del capitalismo neoliberal, lo imparable del desarrollo científico tecnológico y el inconciente compulsivo y superyoico que ordena más y más para lograr el bienestar, han realizado un anudamiento loco que va desplazando al psicoanálisis y con él, el lugar de la subjetividad.

Hoy asistimos a una puja entre algunos sectores de la salud mental, en general psicoanalistas y psicólogos que trabajan en hospitales públicos que tratan de ubicar a la salud como un derecho, y los grupos de poder comercial que imponen esta tendencia de la salud como una mercancía y la administración de la misma  apunta a un gestionar  eficaz en términos de la ganancia de los laboratorios.  Hoy la psiquiatría corre el peligro de ser absorbida por la neurología y el psicoanálisis ser desplazado de las políticas de salud mental por terapias conductistas que operan en la línea de comportamientos disfuncionales, efectos de lo que ocurre a nivel cerebral y que solo es válido investigar con los métodos del positivismo.

La psicología social y comunitaria que era la base de la salud mental y la manera de operar con el psicoanálisis, como proponía Enrique Pichón Riviere pionero en este sentido a través de sus grupos operativos, hoy es la pantalla que utiliza el capitalismo para introducir “nuevas tecnologías” que con elementos estadísticos, de recursos y de gestión van cambiando el vocabulario y por lo tanto las distintas prácticas. Ahora se habla de planificación, de eficacia de la gestión, de recursos humanos, económicos y técnicos. Este lenguaje empresarial se empieza a instalar en los años 90, junto con el DSM IV y las políticas neoliberales que se fueron instalando a nivel mundial y hoy estamos viendo sus estragos.

Nuevo Paradigma: Un amo segregativo enmascarado

Así se fue imponiendo un discurso tecnocrático en salud mental, que vestido de humanismo eficientista encubre una nueva segregación, más profunda y generalizada, donde los sujetos ya no quedan confinados en un ámbito físico, como era el manicomio, pero si quedan confinados en una etiqueta diagnostica que estigmatiza (depresivo, Panic Tac, Toc, Bipolar, etc. y con base en lo molecular) Grupos de personas que sin responsabilizarse de sus síntomas están condenados de por vida a tomar cada vez más medicación ( Y últimamente con los nuevos métodos predictivos genéticos, se diagnostica a aquellos desde su nacimiento. Grupos etarios, que  tienen tal o cual porcentaje de sufrir de algún trastorno, y algunos actores pretenden el debate de si deben ser medicados preventivamente desde la infancia)

No hay encierro, no hay manicomio, pero se trata de otro encierro, el paciente está cerrado a su condición  subjetiva, a no ser más sujeto de su padecimiento.

Para terminar existe hoy en el campo de la Salud mental una puja política para imponer un sistema tecnocrático segregativo, una nueva forma del discurso manicomial y aquellos que queremos que la salud mental sea el campo donde se siga rescatando la subjetividad. En este sentido el psicoanálisis con sus nuevas maneras de intervención tendrá lugar, o la salud mental será el campo de lo enfermo y el psicoanálisis será segregado junto con la subjetividad.

Para lo cual el trabajo es grande porque se trata de pensar de nuevo las estructuras clínicas y las llamadas problemáticas clínicas contemporáneas, fuera de como lo plantea el DSM (trastornos de base molecular que vienen con la genética y se desencadenan en un momento de la vida). Pensar el proceso de los tratamientos institucionales con su tiempo lógico, más allá de los tratamientos cognitivos y de medicalización donde se pone en juego la planificación, el protocolo y el grado de eficacia. Tratamientos pedagógicos de reaprendizaje de la realidad, cursos de entrenamiento, coaching y conselium tan en boga en relación a actividades empresariales que son ahora modelo de los tratamientos para salud mental (aconsejar, acompañar, instruir y entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas).. Debemos pensar de nuevo los dispositivos de tratamiento fuera del discurso tecnocrático y para esto sería imprescindible pensar qué lugar para el analista.


Ernesto Perez
Presentado en el Congreso de la AASS el 27 de agosto de 2015

 

 

 

 

 

 

 
 
 

viernes, 17 de julio de 2015

El pensamiento es el coraje de la desesperanza

Las últimas investigaciones que he emprendido me mostraron que nuestras sociedades modernas, que se pretenden laicas, están por el contrario gobernadas por conceptos teológicos secularizados que actúan con tanta más potencia que no son conscientes de ello. Nunca vamos a comprender lo que pasa hoy si no entendemos que el capitalismo es en realidad una religión. Y, como decía Walter Benjamin, se trata de la más feroz de las religiones, pues no conoce ninguna expiación… Piensa en la palabra “fe”, generalmente reservada a la esfera religiosa. El término griego que le corresponde en los Evangelios es pistis. Un historiador de las religiones que trataba de comprender el significado de esta palabra, daba un día un paseo en una calle de Atenas. De pronto vio escrito en un cartel: “Trapeza tes pisteos”. Se aproximó y se dio cuenta de que se trataba de un banco: trapeza tes pisteos quiere decir “banco de crédito”. Fue una iluminación.
Pistis, la fe, es el crédito del que gozamos junto a Dios y del que la palabra de Dios goza junto a nosotros. Ahora bien, sin duda existe en nuestra sociedad una esfera que gira enteramente en torno al crédito. Dicha esfera es el dinero y el banco es su templo. Como sabes, el dinero es sólo un crédito: en el dolar y la libra (no en el euro, y esto habría de alterarnos…) todavía es posible leer que el Banco central pagará al portador el equivalente a ese crédito. La crisis fue desencadenada por medio de una serie de operaciones sobre créditos revendidos decenas de veces antes de que pudieran ser realizados. Gobernando el crédito, el Banco, que tomó el lugar de la Iglesia y los sacerdotes, manipula la fe y la confianza de los hombres

Me encuentro muchas veces clasificado como pesimista. En primer lugar, a título personal, no lo soy en absoluto. En segundo lugar, los conceptos de pesimismo y de optimismo no tienen nada que ver con el pensamiento. Debord citaba a menudo una carta de Marx: “Las condiciones desesperadas de la sociedad en la que vivo me llenan de esperanza”. Un pensamiento radical siempre se coloca en la posición extrema de la desesperación. Simone Weil lo decía también: “No me agrada la gente que entra en calor con esperanzas huecas”. El pensamiento, para mi, es esto: el coraje de la desesperanza. ¿No es eso el colmo del optimismo?

Giorgio Agamben
Entrevista por Juliette Cerf publicada el 10 de marzo de 2012 en Telarama.Extracto de Artillería Inmanente

jueves, 4 de junio de 2015

violencia contra las Mujeres

 

 
Cuestiones preliminares a su tratamiento desde el psicoanálisis

En un mundo que tiende a homogenizar las formas de vida, la diferencia sólo puede hacerse presente a veces en la ruptura de los vínculos sociales y familiares. La violencia es la expresión en el límite de esta diferencia cuando se hace intolerable en el interior mismo de estas formas de vida que se convierten entonces en formas de segregación.

Introduzcamos de inmediato el término que nos parece que aclara estas “formas de vida” y que el psicoanalista Jacques Lacan utilizó para interpretar un amplio espectro de fenómenos clínicos: son “formas de goce”(jouissance), formas de satisfacción de las pulsiones que se sitúan más allá del principio del placer en el que el sujeto busca su propio bienestar. La inclusión de este término coloca al psicoanálisis en una perspectiva ética que no parte de la suposición o de la falsa evidencia de que el sujeto quiere su propio bien. Antes bien, la experiencia clínica nos hace constatar que el sujeto puede
encontrar ese “bien” en un profundo malestar.

            Si el mundo se nos aparece entonces como una diversidad de formas de goce es también en la medida en que éstas, con demasiada frecuencia, no pueden reconocerse ni soportarse recíprocamente, y ello hasta llegar a la violencia ejercida sobre lo que se presenta como una forma de goce diferente para cada una de ellas. El psicoanálisis descubrió que esta diversidad de formas de goce empieza por encarnarse en la diferencia más íntima y familiar, la más próxima para cada sujeto, la más irreductible también: la diferencia de los sexos.

           El acto violento que calificamos de “humano” no puede reducirse a un hecho natural o
biológico. Es en realidad un producto de la civilización, presupone la existencia del registro simbólico del lenguaje y de uno de los factores más genuinos descubiertos por Freud, designado como la“pulsión de muerte”. En contra de cierto prejuicio humanista, esta noción contradice la ecuación según la cual a más civilización habría menos violencia. De hecho, el acto violento
se encuentra ya en el principio de toda cultura, tal como Freud lo tematizó en el mito edípico del asesinato del padre como origen de las leyes simbólicas, de la prohibición del incesto y de la exogamia. El acto violento del ser humano surge siempre en el seno de una relación intersubjetiva, constituida por el lenguaje. Si el límite de la palabra en el diálogo es el insulto, una vez atravesado este límite es el pasaje al acto violento el que viene a golpear lo inefable que se ha hecho presente en el otro. No habría acto violento sin la existencia, en un lugar y momento previos, de esta palabra-pacto simbólico que ha sido roto y que se trataría de restituir. La íntima relación existente entre
el pasaje al acto violento y la palabra excluida del registro simbólico del lenguaje nos lleva a considerar la condición particular de los seres que históricamente han sido objeto habitual de segregación y violencia: los niños, los locos, las mujeres. Considerados en algunas culturas como seres sagrados, portadores de una verdad ignorada, se convierten también en el objeto del acto
violento como retorno en lo real de una palabra imposible de decir. Este vínculo, existente en toda cultura y medio social, entre lo inefable para el discurso universal y el pasaje al acto violento contra el objeto de segregación tiene una lógica interna que es preciso considerar para abordar todo posible
tratamiento.

       El malentendido estructural entre las diversas formas de goce tiene aquí su punto de apoyo: si
no pueden reconocerse de forma recíproca, si cada una puede considerar a la otra como extraña, es en la medida que cada una se piensa a sí misma como universal, como más verdadera, como más acorde o incluso como más normal en relación a su realidad, es decir, en la medida que se considera a sí misma como el goce de lo Uno. El goce de lo Otro tiende a convertirse entonces en una alteridad incompatible. Es el principio del racismo pero es también el principio de la violencia ejercida sobre los objetos de segregación que hemos indicado: la infancia, la locura, la feminidad, o sobre las tres encarnadas en un mismo sujeto.

           El goce femenino es el que hace presente de manera más radical para cada sujeto —ya sea
un sujeto masculino o femenino— esta alteridad del goce, esta dimensión irreductible del goce del Otro que habita en cada Uno. La asimetría y la no complementariedad entre los sexos no hace más que aumentar esta dimensión de alteridad del goce femenino tanto para el hombre como para la mujer. Lacan pudo localizar este hecho estructural del siguiente modo: si en la relación sexual
la mujer es Otra para el hombre, lo es en la misma medida en que se convierte en Otra para sí misma. De ahí que este lugar del Otro del goce, a la vez que aparece como lo más enigmático, tienda también a ser segregado, repudiado, por el goce del Uno hasta ser objeto de la violencia más íntima y extrema.

           La norma de lo Uno, entendida desde el psicoanálisis como norma fálica, suele estar representada por la norma masculina: la“norme-mâle”, como decía Lacan, la “norma-macho” o también lo “normal”, incluso la normalidad como ideal estadístico. Nada impide que esta normalidad sea defendida y transmitida por una mujer, en una posición que puede llevar incluso al consentimiento del acto violento sobre sí misma. La aparente “normalidad” con la que este acto violento se produce en muchos lugares y momentos —y no pensamos sólo en las culturas
islámicas, también en nuestro medio más cercano estalla demasiadas veces en la más absoluta “normalidad”—, no podría entenderse sin esta prevalencia del discurso fálico que modula y modela cada cultura. La figura del “hombre normal y simpático” bajo la que tantas veces se descubre con sorpresa al agresor patológico nos indica lo lejos que está el acto violento de una supuesta
anormalidad animal en el ser humano. Revela más bien el ideal cultural de normalidad que encubre la irrupción patológica del goce del Otro en la intimidad cotidiana.

           Desde la posición masculina, el pasaje al acto violento sobre una mujer se suele revelar
como una forma de golpear en el Otro lo que el sujeto no puede simbolizar, lo que no puede articular en el discurso fálico sobre Uno mismo. Aquello que el sujeto golpea en el Otro es lo que se le hace presente e intolerable, demasiado íntimo y ajeno a la vez, de ese goce del Otro que lo habita. Un análisis detenido permite mostrar en cada caso la significación inconsciente por la que el sujeto masculino no puede llegar a reconocer lo que está golpeando de su propio ser alojado en el lugar del Otro. Puede entenderse así la relativa frecuencia con la que el pasaje al acto violento ejercido por el hombre sobre la mujer termina en un acto posterior de autolesión que no podría explicarse
por ningún recurso a una supuesta culpabilidad asumida. No se trata tanto de un autocastigo como de la consecuencia última de un acto que toma al Otro como lugar mediador en el que golpearse a sí mismo. Desde la posición femenina, la posición de consentimiento, hasta de sumisión aceptada, que se encuentra tantas veces como límite de una acción que se propone como socialmente liberadora o
terapéutica, muestra la gran dificultad que existe para separar al sujeto de una complicidad con este fantasma del goce del Otro con el que tiende a ser identificado desde la parte masculina.

           Concebimos así el acto violento no como el mero trastorno de una conducta inadaptada a una
realidad, familiar o social, más o menos conflictiva. La mejor acción pedagógica y social encontrará aquí su límite. Se trata sobre todo de encontrar, en un análisis particular de cada caso, las significaciones inconscientes del pasaje al acto. Incluso antes de que éste se dé efectivamente, es posible localizar la huella que deja el deseo inconsciente y cuya interpretación nos dará la clave para señalar la responsabilidad que el sujeto no habrá podido rehuir sin significarse a la vez en ese acto. Por otra parte, lo que el psicoanálisis muestra y permite descubrir a cada sujeto es que no hay una forma de goce más verdadera, más acorde o más normal que otra. Una forma de goce (homo, hetero, fálica o no…) es simplemente diferente con respecto a otra. Asumir este lugar de la diferencia como principio lógico y ético es ya una forma general de prevenir la violencia contra y desde lo
diferente. Sin embargo, el alcance de esta previsión en cada acción es una empresa que sólo puede realizarse desde la particularidad de cada sujeto, nada más y nada menos, pero nunca imponerse desde un lugar que estaría inevitablemente destinado a excluir esa misma diferencia.

En estas coordenadas, es preciso considerar la condición particular de aquellos que históricamente han sido objeto de segregación y de violencia: los niños, los locos, las mujeres.

La infancia, la locura y la feminidad no son sólo los tres sujetos que han encarnado tradicionalmente y en diversas sociedades las figuras de una mayor debilidad y necesidad de protección. Son fundamentalmente el lugar de una palabra rechazada, incluso reprimida en el sentido más radical del término. Puede parecer más claro en el caso de la infancia y de la locura. Podía parecer menos evidente en el caso de la feminidad, a la que el psicoanálisis devolvió desde sus orígenes una palabra que estaba amordazada en el silencio del síntoma y de su sufrimiento. Considerados en algunas culturas como seres sagrados, portadores de una verdad ignorada, aquellos tres lugares de la palabra
rechazada se convierten también en objeto predilecto del acto violento, acto que viene al lugar de una palabra imposible de decir, tanto en las relaciones familiares como en la realidad social más amplia.

Considerado en la posición masculina, el pasaje al acto violento sobre una mujer se suele revelar como una forma de buscar y golpear en el otro lo que el sujeto no puede simbolizar, lo que no puede articular con palabras sobre sí mismo. Un análisis detenido permite mostrar en cada caso la
significación inconsciente por la que el sujeto masculino no puede llegar a reconocer lo que está golpeando de su propio ser alojado en el ser del otro, su pareja.

Puede entenderse así la relativa frecuencia con la que el pasaje al acto ejercido por el hombre termina en un acto posterior de autolesión que no podría explicarse por ningún recurso a una supuesta
culpabilidad asumida. No se trata tanto de un autocastigo como de la consecuencia última de un acto que toma al otro como lugar mediador en el que golpearse a sí mismo.

Desde la parte femenina, la posición de consentimiento, hasta de sumisión aceptada, que se encuentra tantas veces como límite de una acción que se proponga como socialmente liberadora o terapéutica, muestra la gran dificultad que existe a veces para separar al sujeto de la  complicidad con la posición de su pareja.

Asumir este lugar de la diferencia como principio lógico y ético es ya una forma general de prevenir la violencia contra lo que aparece como diferente. Sin embargo, el alcance de esta previsión en cada acción es una empresa que sólo puede realizarse desde la particularidad de cada sujeto, nada
más y nada menos, pero nunca imponerse desde un lugar que estaría inevitablemente destinado a excluir esta misma diferencia.

Desde esta perspectiva, podemos declarar lo siguiente:

— Si el psicoanálisis se opone por principio a todo tipo de violencia es en la misma medida en que manifiesta el respeto más radical por la palabra del otro. La violencia como forma coercitiva de ejercicio de un poder será siempre un signo de la impotencia para sostener una palabra verdadera. En el caso de la violencia ejercida contra las mujeres
—ya sea por los hombres, por las instituciones, por los Estados o por otras mujeres
—, esta impotencia es correlativa de la imposibilidad de escuchar la palabra del sujeto femenino, pero también de escuchar lo femenino que hay en cada sujeto. En este sentido se hace absolutamente necesario crear, apoyar y desarrollar los espacios donde esta palabra pueda ser articulada, escuchada e interpretada, ya sea desde el espacio más íntimo y familiar, como desde el más público de cada realidad social.

Sólo desde el respeto más radical por la diferencia, especialmente en el registro de la diferencia sexual en cada cultura, podrá tener valor y efecto una igualdad en el registro de la realidad social y de los derechos que definen al sujeto social. En esta perspectiva, a la reivindicación de igualdad en el registro de los derechos sociales hay que agregar la reivindicación y el tratamiento de la diferencia en el registro de las identidades sexuales. El acto de violencia calificado como “machista” se revela
finalmente como un acto que pretende borrar, abolir, la diferencia que la feminidad encarna y reintroduce en cada vínculo de la realidad social.

 por Miquel Bassols | 06/05/2015

sábado, 16 de mayo de 2015

Recuerdo y obra de arte


Inventar un camino que nos lleve al recuerdo, donde muere el olvido, en ese limite de lo imposible de recordar, ahí donde la obra de arte cura
 
"Percy estaba cavando en la parcela de los espárragos. Louie sacudía la alfombra ante la puerta del dormitorio. Pero yo los veía a través de la visión de aquí- el cuarto infantil y el camino a la playa. A veces puedo regresar de una forma mas completa que la de esta mañana. Puedo llegar a un estado en el que me parece contemplar la sucesión de los hechos, igual que si estuviera allí. Supongo que esto se debe a que mi recuerdo me proporciona lo que había olvidado, de manera que este ocurriendo independientemente, cuando en realidad soy yo quien hace que ocurra. En este caso ¿no será posible, me pregunto a menudo, que las cosas que se han sentido con gran intensidad tengan una existencia independiente de nuestra mente? ¿siguen existiendo de hecho? Y si es así, ¿no será posible, me pregunto a menudo con el tiempo, que se invente algún mecanismo por el que podamos conectar con el? Lo veo-el pasado-como una gran avenida que se prolonga hacia atrás, una gran cinta de escenas, emociones. Y allá, al final de la avenida, todavía están el cuarto infantil y el huerto. En vez de recordar una escena aquí, un sonido allá, puedo plantar un enchufe en la pared y escuchar aquel pasado"
 "¿Porque recuerdo el zumbido de las abejas, cuando iba a la playa, y he olvidado totalmente que mi padre me arrojaba desnuda al mar?"

Virginia Woolf

 
 

Virginia Woolf

martes, 14 de abril de 2015

SALUD MENTAL....un buen chiste


                                  
           
                                                                                  El código moral del fin del milenio
                                                                                                  no condena la injusticia, sino el fracaso
                                                                                  
                                                                                  Eduardo Galeano  
 
Un chiste de Eric Laurent

Una definición sencilla de salud mental es pensar que es la paz social, la armonía somato, psíquica y social, nos dice Eric Laurent en Posición del psicoanalista en el campo de la salud mental. (Psicoanálisis y salud mental. Ed. Tres haches). Es decir la salud mental como un ideal inalcanzable,  y refiere que las relaciones del yo y del superyó para el psicoanálisis son algo diferentes.

 Y allí nos trae este chiste que Freud nos entregó en "El chiste y su relación con el inconciente" : “Un pobre hombre llamado Hirsh,  toma un tren para ir a unos baños termales sin su billete. Entonces en el primer control lo para el guarda y como no tiene el pasaje, le manda bajarse. El sale del tren y vuelve a entrar por otra puerta. El guarda le manda bajar otra vez, pero el vuelve a subir. La tercera vez el guarda lo echa y le pega, y así vuelve a subir y le vuelve a pegar cada vez. Al final se encuentra con un conocido que le pregunta ¿Adonde vas? Y él responde voy a tomar aguas termales si mi salud me lo permite” 

Eric Lauren plantea este chiste como un buen ejemplo de lo que es la Salud mental. ¿Que nos quiso decir el psicoanalista francés? "La salud mental, es un poco eso. Es permanecer en el tren si nuestra salud mental nos lo permite. La relación entre Hirsh y el guarda nos señala algo profundo: que indiscutiblemente la salud mental existe, pero tiene poco que ver con lo mental, y muy poco con la salud. Tiene relación con el Otro, y con el silencio".

1)      El viaje de la vida es el viaje en tren, cada cual en busca de sus espejismos con los cuales el sujeto lograría su paz, su armonía, su felicidad, su salud mental plena.

2)      En busca de sus fantasías cada cual soporta los golpes que son las dificultades de la realidad, porque siempre el sujeto está en falta, le falta la garantía del Otro y es sometido a su control y evaluación.

3)      Esos golpes son los golpes del superyó que hace que el objetivo nunca se logra, porque justamente el superyó apunta a lo que falta.

4)      La salud mental que en el chiste es cuando el individuo dice: “voy a los baños termales, si mi salud me lo permite” logra su efecto cuando el significante “si mi salud me lo permite” refuerza el significante de la “salud del viaje”. Este chiste ¿qué verdad nos muestra?

5)      Hay que tener salud para lograr la salud. La salud mental es seguir soportando los golpes, controles y evaluaciones  que nos permita seguir en el tren. Dicho de otro modo, que nuestro yo soporte los embates superyoicos para seguir atados con nuestros deseos a espejismos. Espejismos porque la salud es una utopía: Hay que tener salud para lograr una salud inalcanzable.

6)      La salud mental desde el psicoanálisis es un buen chiste.

Especialmente en esta época donde los equipos de salud mental para seguir en el tren y poder cumplir con sus objetivos de derechos a la salud, se ven enfrentados a los golpes de políticas de control, evaluación y  ajuste del neoliberalismo salvaje de estos tiempos que pueden tornar la salud mental en un imposible.

 Ernesto Pérez

martes, 31 de marzo de 2015

“La iglesia de Auvers” Comentario de una pintura de Van Gogh

Cuadro pintado al oleo sobre tela del pintor holandés Vicent Van Gogh data del año 1890. Después de dejar el hospital donde estuvo internado se instala en Auvers, allí paso los últimos meses de su vida y fue donde pinto la iglesia del pueblo.
Van Gogh tenía una historia que voy a resumir para terminar analizando un cuadro de él, “La iglesia de Auvers".
El padre de Van Gogh se llamaba Theo, le nace el primer hijo Vincent, le pone Vincent como su hermano. Este primer hijo muere, lo entierran en el jardín de la casa. Y al año, en la misma fecha, mismo día y mes, nace el que va a ser Van Gogh, y le ponen Vincent, igual que el hermano muerto y que el tío. Y al segundo hermano que nace, Theo, el hermano con el que se escribía. Los nombres son como la relación que tenían padre y tío al revés. El padre Theo como su hermano y el Vicent como su tío. Estos dos hermanos, el padre y el tío, estaban casados con dos hermanas, es interesante para entender la estructura familiar de esta historia. Estructura donde el lazo amoroso entre los hermanos representa lo que Freud llama «Das Unheimliche», lo familiar-lo siniestro.
El abuelo, también Vicent, era un religioso, pero fundamentalista. Así es que, buscando una identificación al padre, que Van Gogh se hace religioso.
Antes de hacerse pintor él cree que su vocación está en la religión y se va con los mineros a predicar la Biblia. Busca un Padre del cual agarrarse pero lo echan de la congregación, porque tenía una relación muy absoluta con la verdad, lo que le traía mucho conflicto con sus pares. Nadie era lo suficientemente puro como era su anhelo. En la congregación no aceptaba todo lo que ahí se desarrollaba, entonces lo echan y termina predicando sólo, entre los mineros. Lo va a rescatar la familia porque termina desnutrido, estaba en pésimas condiciones.
Este cuadro lo pintó una semana antes de pegarse un tiro. Se llama “La iglesia de Auvers”. Lugar donde pasó los últimos días de su vida, luego de su internación, absolutamente sólo, en 1890.
En el centro vemos la Iglesia, monumento que él nunca pudo terminar de armar adentro de sí mismo, que es el nombre del padre. De hecho el padre y el abuelo fueron muy religiosos, como comenté, eran pastores de la iglesia, él se quiso transformar en pastor. Y tomo su arte como una religión.
Vemos dos caminos, en uno de ellos va una mujer. Es el camino del goce y el cuerpo, siempre frustrado para él. Intentó en el amor, pero todas las relaciones que tuvo fracasaron, cada crisis sobreviene después de una decepción amorosa importante. Cuando en un pasaje al acto se corta su oreja, la pone en una caja y la regala a una mujer.
El otro camino es el camino de la muerte o el camino de la vida vacía.
De hecho atrás de la iglesia está el cementerio, donde él actualmente está enterrado, como conmemoración a la importancia que él le daba a esta iglesia. Y al hermano lo entierran a su lado, que muere poco después. Están los dos, el hermano y él enterrados detrás de esta iglesia.
Cuando él descubre estos violetas, estos azules, estos amarillos, en este cuadro da cuenta lo que llama el “arte del color”.
El transitó estos caminos al no poder poner su obra en un pedestal, como Lacan plantea en Joice, se quedó entrampado en relaciones imaginarias de amor y odio, como con sus mujeres, su hermano y Gauguin, que no pudo resolver, porque en el fondo nunca pudo separarse de su hermano muerto. Y tampoco relacionarse con ninguna mujer.
“Cada uno teje su nudo. Hay algo que quiero mostrarles para hacerles ver como se produce el fracaso. Porque igualmente ¡Hay un universo! He parecido cantar el revés del amor, sí, hay un inverso: verán ustedes como, si el amor deviene realmente el medio por el cual la muerte se une al goce…el amor no se define como fracaso. Porque solo el medio puede desanudar uno del otro”. Sem. XXI. Pag.57
“El masoquismo es un saber, desde luego un saber hacer incluso. Pero si hay un saber del que se palpa que se inventa, que no está al alcance de todo el mundo ¡es ese!…el masoquismo se inventa y es una manera de establecer una relación allí donde no hay la menor relación, entre el goce y la muerte. ”SEM XXI pág. 102
Van Gogh no pudo inventar ningún saber ahí, los dos caminos nunca se juntaron: entonces “la vida va hacia la muerte”

Ernesto Perez

miércoles, 28 de enero de 2015

"La Doctrina del Shock"

El Auge del Capitalismo del Desastre
 
 
¿Qué quiere decir con "shock"? ¿Cómo definiría a la "doctrina del shock"?
Un shock es cualquier acontecimiento catastrófico que nos desorienta. Mi forma preferida de entender el shock es decir que es la brecha entre un acontecimiento y el relato que lo explica. Ese lapso, esa brecha que se abre entre acontecimiento y relato es el estado de confusión en el cual somos vulnerables. La doctrina del shock es la filosofía del poder que entiende que esa brecha es el mejor momento para imponer un programa radical pro-empresas.

Pero esa brecha ¿no es buen momento para tratar de imponer cualquier programa? En el libro demasiados shocks convergen para mostrar un mismo cuadro. ¿No es forzado equiparar Irak y Rusia, Sudáfrica y Polonia?

Esta no es una historia de esos países, es una historia del neoliberalismo. Esta ha sido una campaña ideológica y económica que sirve a las elites de todo el mundo, que tiene sus libros sagrados y su filosofía del poder. Esa filosofía es como el médico de shock. En el libro cito abundantemente a los arquitectos del neoliberalismo cuando dicen que necesitan crisis: "Cualquier crisis sirve". Cito al ministro de Economía de Polonia cuando dice que puede ser "Una rápida transición económica, el fin de una guerra, cualquier cosa". El shock es un período en el que la gente pierde la orientación. La izquierda no entendió que hay una filosofía del poder en las crisis que ha permitido el ascenso de esta ideología. Las crisis son todas diferentes pero, en los últimos 30 años aparece este hilo conductor: fueron sistemáticamente aprovechadas por un grupo pequeño que comprendió y estudió la utilidad de las crisis. Todo esto era nuevo para mí cuando empecé la investigación. Es sorprendente tomar el huracán Katrina, el tsunami, Irak o el fin del comunismo y ver que en todos los casos aparecen las mismas recetas. Tienen una sola idea muy redituable: enriquece a los políticos y a las empresas.

El acontecimiento que inicia el shock puede ser predecible o impredecible, una catástrofe natural o de la política. ¿Esto no marca una gran diferencia en cuanto a las responsabilidades en cada "doctrina del shock"?

No es inevitable que reaccionemos ante los acontecimientos difíciles con un shock, un estado de desorientación. Pero el factor determinante de que nos sintamos desorientados, de que nos volvamos maleables y entremos en regresión es que tengamos o no un relato que explique lo que pasa. En estado de shock uno se vuelve vulnerable. Con un electroshock la persona pierde control de su cuerpo, tanto en psiquiatría como en una tortura. La pregunta es cómo mantenerse fuera del shock, porque no podemos evitar que ocurran pero sí podemos controlar el hecho de entrar o no en ese estado de regresión y desorientación o al menos cuánto tiempo permanecemos en él.

Dice que la tesis inicial surgió en Argentina, ¿cómo nació la idea de convertirla en libro?

Lo que me motivó fue presenciar los efectos increíblemente dañinos del prolongado estado de shock en el que entraron los norteamericanos después del 11-S. Fue la quintaesencia de la brecha entre acontecimiento y relato. "¿Por qué nos odian?" se preguntaban. Uno tendría que hablar de las fallas de los medios, de nuestro sistema educativo, de la cultura que creó una situación en la que los estadounidenses quedaron totalmente sorprendidos de tener enemigos que querían su aniquilación, de los cuales no tenían ni la menor idea hasta el día anterior. El shock no fue el atentado sino el hecho de que parecía llegado de otro planeta. Eso creó el contexto para que el gobierno de Bush se adueñara del poder para destruir las libertades civiles, invadir Afganistán e Irak, crear Guantánamo, etc. Yo quería entender la teoría del shock. Se combinaron la necesidad de ver los efectos nocivos que esto tuvo en el panorama político del lugar donde vivo y el hecho de haber venido a la Argentina después de un shock, después de la crisis. En enero de 2002, cuando vine por primera vez, todavía reinaba una gran confusión pero lo que me impactó –y esa es la raíz de la tesis de este libro– fue escuchar los relatos de la gente sobre por qué el país había reaccionado así el 19 y 20 de diciembre. Tantas personas contaban la misma historia: "De la Rúa habló por televisión, declaró el estado de sitio y esa situación nos recordó el pasado". En 2001 ustedes tenían el contexto clásico para la aplicación de la doctrina del shock; esa vez no funcionó pero, recordémoslo, se intentó hacerlo.

¿A qué se refiere?

Ustedes tenían una crisis económica, hubo un intento del FMI y de Domingo Cavallo de aplicar un programa de austeridad total, de aprovechar esa crisis económica para llevar el neoliberalismo aún más lejos. En los Estados Unidos había un grupo de economistas de derecha, como Rudiger Dornbusch, que proponían que la economía de Argentina se trasladara offshore. Es la idea más radical que jamás se haya oído. Ninguna de esas ideas prendió y la gente las rechazó porque había aprendido de aprovechamientos anteriores del shock. Cuando De la Rúa declaró el estado de sitio, la gente recordó 1976. Ustedes tuvieron una memoria histórica. En un momento en el que la gente podría haber sido vulnerable a otra terapia de shock económico, algo la mantuvo fuera. Sorprendente. Lo contrario de un shock, como una hiper-orientación. Todo el mundo estaba súper despierto.

Detectar las motivaciones de "todo el mundo", despiertos o dormidos, no es tan sencillo.

Mucha gente salió por propio interés, sin duda. Pero la experiencia cambia a la gente.

Aquellos días de diciembre son interesantes en contexto: por ejemplo, con los cacerolazos de los días previos, una práctica que nace en el Chile anti-Allende. Días atrás tuvimos nuevos cacerolazos y protestas en calles y rutas. ¿Cómo interpreta estos acontecimientos?

No los interpreto porque no los he investigado. Es fácil olvidar que había un programa ambicioso de aprovechar ese shock para adueñarse de la economía argentina, y eso no ocurrió.

Es consciente de que el proceso es muy complejo.

Sí. En este gobierno se han producido algunos cambios muy simbólicos. y creo que la postura de Kirchner ante el FMI fue importante para el debilitamiento del FMI. Ahora el Fondo está en una profunda crisis y la Argentina desempeñó un papel significativo en ella. Dicho esto, no creo que los Kirchner realmente rechacen muchos postulados del neoliberalismo: le pagaron al FMI y la cuestión crucial es la redistribución de la riqueza. El legado neoliberal es la desigualdad masiva y la aniquilación de la clase media, por eso, la reconstrucción pasa por abordar la desigualdad y eso no ocurre aquí de manera significativa. ¿Es este un gobierno anti neoliberal? No sé. Pero diciembre de 2001 fue un tiempo de cambio y también de desilusión porque había muchas esperanzas en ese potencial y creo que hubo muchas oportunidades perdidas.

¿Por ejemplo?

Una de las desilusiones es la de las fábricas recuperadas. Eso podría haber sido un cambio de política pero para que eso ocurra hace falta un gobierno al que le interese cambiar la dinámica (y gente que se lo exija), alejándose de la asistencia y la beneficencia para acercarse a la autosuficiencia, que es la amenaza fundamental porque el modelo clientelista es una maquinaria política. Las cooperativas autónomas no necesitan tanto a los partidos políticos. Esto no sólo ocurre en la Argentina. Ese nuevo paso para institucionalizar otro modelo económico no se dio y esa es otra desilusión. Pero creo que sí se está haciendo en otros países que tienen otra relación con los movimientos sociales, una relación más igualitaria. Mire a Evo Morales: tiene que dar respuesta a los movimientos sociales pero no existe esa maquinaria política tan difícil de desarticular. Es un desafío muy particular. Pero el peronismo –eso aprendí en la Argentina– es único.

Bueno, esa singularidad se pierde en el libro, muchos datos parecen inverosímiles; por su complejidad o quizá porque se basan en fuentes secundarias.

¿Cree eso? Sí, me apoyé en fuentes secundarias. No es lo ideal. Había hecho algunas investigaciones aquí pero profundicé más de lo que esperaba y por eso me basé en algunos libros publicados en inglés. Ahora estamos haciendo un documental y podremos hacer más investigación. Lo acabamos de empezar con el director Michael Winterbottom; el viernes (por ayer) haremos la primera filmación. Winterbottom quiere ser muy fiel al libro. Los capítulos de Chile y Argentina lo impresionaron así que vamos a filmar aquí y en Chile.

En la reseña que hizo Joseph Stiglitz de su libro dice que, en verdad, nunca hubo teoría alguna para esas políticas.

Creo que él dice que las teorías de estos economistas eran aún más endebles. Malos economistas. Stiglitz disiente más en la tortura y la metáfora del shock.

Recientemente escribió sobre un arma nueva, Tazer, una pistola que lanza una descarga, como una picana. El video en YouTube donde se ve cómo guardias disparan Tazer y asesinan a un polaco en un aeropuerto canadiense es aterrador.

Sí, ya hubo muchas muertes causadas por el Tazer. Son un producto de consumo. Es increíble: vienen en rosa, con estampado de leopardo o con música. Este es el Estados Unidos post-11 de setiembre. Los padres las están usando con sus hijos, los maridos con las mujeres. Es un arma de abuso en el hogar; y justamente porque tienen fama de seguras son mucho más peligrosas. La empresa repite: "Esto es seguro. No es fuerza mortal. " Hay historias de padres que la han usado contra chicos de tres años porque lloraban. Es una epidemia de shock.

La metáfora de la tortura por electroshock sigue viva.

Hay un tercer shock que es necesario para hacer cumplir con la doctrina y no fui lo suficientemente firme al respecto en el libro. Si volviera a escribirlo dedicaría un capítulo a las cárceles estadounidenses; al hecho de que uno de cada cien estadounidenses adultos está preso, que Estados Unidos tiene el índice de encarcelamiento más alto del mundo y que esa población carcelaria está compuesta mayoritariamente por negros y latinos. Nueva Orleans tiene al 30% de su población tras las rejas. Algunas de estas cárceles usan armas de shock. Las poblaciones que estuvieron en la línea de frente de estas políticas económicas sufrieron un nivel increíble de disciplinamiento y brutalidad policial.

Esto contrasta con su pintura de la dictadura argentina en la que, dice, "todos callaban lo que ocurría". Hoy cualquiera puede aplicar picana a otro y se supone que está bien.

Es más: es entretenido. Uno ve el shock en el cine, en TV... en los reality shows hay como una competencia: quién puede soportar un shock. Uno de los motivos por los cuales es tan difícil hablar de esto en los Estados Unidos es que los medios ejercen una amortiguación. La gente no confía en sus propias reacciones emocionales cuando no recibe confirmación de los medios. Y uno empieza a pensar que está loco, que es el único que piensa así. Porque a uno algo le parece chocante pero la televisión está hablando de otra cosa. Para que estas cosas lleguen a ser una controversia hace falta más que un artículo. Tiene que haber un contexto, que los medios electrónicos digan: "Usted tiene razón en opinar que esto está mal". Si uno no recibe esa confirmación, piensa que esa violencia es normal. Por eso el uso de blogs es alentador. En Canadá nos llegó la noticia de que alguien había muerto por el uso del Tazer en un aeropuerto como la nota de un día. Recién cuando se vio el video en YouTube esto se convirtió en una polémica y en investigación.

¿Cuál es el lector ideal de "La doctrina del shock"?

El objetivo era prepararnos para el próximo shock. Y es muy gratificante recibir e-mails de gente que usa el marco de La doctrina del shock para interpretar la actualidad. Esa es mi meta como analista desde que empecé a escribir columnas: dar herramientas para leer mejor los diarios. Esa es mi misión. Por eso, es hermoso recibir mensajes de correo electrónico de gente de todo el mundo que me dice: "Está ocurriendo aquí. Están tratando de hacerlo. Lo están haciendo en la junta escolar, con la crisis alimentaria para introducir alimentos genéticamente modificados" o "con la crisis económica quieren privatizar la seguridad social". Ahí me siento muy gratificada porque significa que la gente tiene otra herramienta para interpretar las noticias. Soy bastante realista en cuanto a qué puede y no puede lograr un libro. Los libros no crean movimientos.

¿Cómo fue recibido este libro en el ámbito académico?

Depende del académico. Creo que muchos docentes valoran a quien divulga y sintetiza. Algunos valoran que use como fuente el trabajo tan cuidadoso que hacen ellos. Me invitan a hablar en universidades porque para los alumnos es útil tener el panorama general. Pero el punto de vista de algunos académicos depende de su orientación: para los marxistas o trotskistas, el libro es demasiado keynesiano. Para los neoliberales, es demasiado marxista.

 Entrevista a Naomi Klein revista Ñ

sábado, 3 de enero de 2015

Eco de Borges y Joyce

Umberto Eco ha hablado de Borges y Joyce. Fue en el discurso pronunciado en la Universidad de Castilla La Mancha el día en que fue investido “Doctor Honoris Causa” (Diario “El País”, 31 de mayo de 1997).
Eco empezó comparando dos bibliotecas. Una, la del Quijote, "de la que se sale"; otra, la de Borges, "de la que no se sale". Si el primero quería que el mundo fuese como su biblioteca, el otro decidió que su biblioteca era como el universo.
"La idea de la Biblioteca de Babel se ha unido a la también vertiginosa noción de la pluralidad de mundos posibles, y la fantasía de Borges ha inspirado en parte el cálculo formal de los lógicos modales (...) Hay otra historia que, inventada por un artista, ha influido también en la imaginación de los científicos, si no de los lógicos, ciertamente de los físicos y de los cosmólogos, y es el Finnegans Wake de Joyce".
Más adelante, Eco pasa a interrogarse sobre los paralelismos y las diferencias de estos dos escritores "que han hecho del lenguaje y de la cultura universal su terreno de juego". Una lengua tiene dos caras: el significante y el significado. Si el significante organiza sonidos, el significado por su parte aparece organizando ideas. "Joyce ha jugado con las palabras; Borges con las ideas. Y al llegar a este punto se delinea una concepción distinta de la infinita capacidad de segmentación del propio objeto de manipulación. Los elementos atómicos de la palabra son las raíces, las sílabas, los fonemas. Se pueden, como mucho, hacer nuevas combinaciones de sonidos, y se tiene entonces el neologismo o el “pun “(juego de palabras), o combinar letras, y se obtiene el anagrama, procedimiento cabalístico del que Borges conocía la magia. El elemento atómico de las ideas, o de los significados, en cambio, es siempre una idea u otro significado. Se puede descomponer hombre en "animal humano macho" y rosa en "flor de pétalos carnosos", se podrán encadenar idas para interpretar otras ideas, pero no se va más allá. Podríamos decir que el trabajo sobre el significante actúa en el nivel subatómico, mientras que el trabajo sobre el significado actúa sobre átomos que no se pueden descomponer más para formar nuevas moléculas. Borges optó por esta segunda elección, que no es la de Joyce, pero que es igualmente rigurosa, absoluta, y conducida al límite de lo posible y de lo pensable".
Para Domingo García Sabell, desde sus comienzos de artista Joyce va apartando fantasmas. Avanza por los retorcidos caminos de la vida -el laberinto- para llegar al ombligo del mundo, para llegar a la gran explicación final: "Una explicación elevada en epifanías y sumergida en fonemas" [i].
El laberinto, el dédalo, dan nombre a Stephen Daedalus, protagonista del Retrato del artista adolescente y del Ulises. "James Joyce tuvo la sensación, a lo largo de su vida, de que la existencia era un laberinto inextricable, un dédalo confuso y desorientador (...) En la existencia no hay más que estrechos caminos inexplicables en medio de revueltos campos y de huertos sin límites. No hay más que laberintos parciales cuyo inmenso conjunto constituye el inabarcable laberinto del universo". Así, el laberinto llega a ser el protagonista de Finnegans Wake, texto en el cual "toda la red argumental, el desarrollo de las acciones y el lenguaje empleado, son ya un puro dédalo".
Sabemos que en la topología borgeana hay dos figuras esenciales a la construcción de su espacio: el patio y el laberinto. Laberinto que se potencia mediante esa otra palabra, dédalo. Dédalo y laberinto; Borges escribió acerca de un poeta de un siglo lejano:
 "¿Habrá sentido que no estaba sólo
y que el arcano, el increible Apolo
le había revelado un arquetipo,
un ávido cristal que apresaría
cuanto la noche cierra o abre el día:
dédalo, laberinto, enigma, Edipo?" [ii]
 Tal vez sea el laberinto el que justifique nuestro neologismo: Joycenborg. Más allá de cualquier adhesión o rechazo de Borges por Joyce, y lejos de sugerir cualquier clase de influencia temática, hipotético fruto de tempranas lecturas, digamos simplemente que son dos escritores laberínticos, cada uno a su manera. Si el texto de Joyce siempre aspira a constituir un laberinto argumental y lingüístico, hasta su logro final, Borges, por su parte, con un lenguaje cada vez más claro y preciso, va tejiendo una obra laberíntica. Mientras Borges, valiéndose del sentido conduce al extrañamiento desrealizante, a la paradoja, a la perplejidad, Joyce, a través del sin sentido, arrastra al lector por su escritura laberíntica hasta confrontarlo al sentido último de la existencia.

[i] García Sabell, Domingo. Tres síntomas de Europa. Joyce-Van Gogh-Sartre. Ed. Revista de Occidente. Madrid 1968.
[ii] Borges, J.L. “Un poeta del siglo XIII”. En “El otro, el mismo”. O.C. Emecé, tomo... Buenos Aires.Aquí escribes el contenido.
Sergio Larriera