Trabajo seleccionado en el I Congreso mundial de elSigma y presentado en las Jornadas
La polución es una de las características de la sociedad capitalista pos-industrial efecto del desarrollo tecnológico y el desencadenamiento de la ciencia.
Del latín pollutio, “efusión de semen, corrupción, acto sexual deshonesto, contaminación. Acción de manchar, ensuciar o mancillar. De allí contaminación del agua o del aire y del suelo”. (Diccionario de la Lengua Castellana).
Que en nuestra lengua esta palabra signifique contaminación y al mismo tiempo emisión seminal, con todo lo que implica de goce, es una buena forma de connotar que EN LOS EFECTOS DE LA TECNOLOGÍA HAY UN PLUS DE GOCE QUE APETECE EL HUMANO.
La polución de objetos que nos llaman y nos requieren en la sociedad capitalista, forma un lazo de alienación tan particular que el sujeto contemporáneo no puede sustraerse.
Por un lado es atraído por su brillo y luego en su efecto de sólo desecho. El sujeto contemporáneo se identifica con estos objetos que pululan, quedando inflado en su narcisismo por ellos, por ejemplo con la última marca o modelo de celular que se ha comprado, formando parte del consumo que necesita el ciclo del capitalismo y al poco tiempo, junto con el objeto envejecido, él también es sólo desecho a descartar. Vivimos rodeados de desechos indignos, que no tienen la dignidad que tienen las ruinas antiguas. Qué hacer con la basura hoy es un problema de estado a nivel mundial. Y justamente el objeto como desecho es también polución en “el ambiente”, que forma parte del clásico malestar denunciado por los ecologistas.
En esta oscilación del objeto, entre objeto agalmático y desecho, se encuentra atrapado el sujeto contemporáneo y le produce efectos que llamamos NUEVOS SÍNTOMAS Y PROBLEMÁTICAS CLÍNICAS CONTEMPORÁNEAS, que implican una mortificación del cuerpo sin antecedentes en la historia humana.
“Todo lo que hace el hombre acaba siempre en el desecho, una sola cosa que conserve una pequeña dignidad son las ruinas, pero salgan al menos un poquito de vuestros cascarones, para advertir el número de autos inservibles que se apilan en ciertos lugares y advertir que allí donde ponen Uds. el pie, lo ponen sobre algo donde se ha intentado por todos los medios recomprimir viejos desechos para no quedar sumergido en ellos, literalmente”.
Lacan nos indica que la polución que apetece y termina en desecho es el objeto de goce pulsional guiado por la pulsión de muerte. Es que hay un lazo entre el objeto pulsional, los objetos técnicos, y la obtención de plusvalía. Los anteojos, por ejemplo, son tecnología aplicada al cuerpo desde el año 1200 (una manera de enganchar el objeto mirada), pero el inmenso arsenal de aparatos que ha desencadenado en lo social la ciencia moderna viene taponando al sujeto de tal manera que obtura su deseo. Todo está al alcance de la mano y cada vez más al instante.
Estos objetos están globalizados. Lacan ya había introducido en el Seminario 17 su noción de aletósfera, una verdad formalizada y científica en los objetos técnicos que es la atmósfera que respiramos.
Como analistas debemos pasar por ahí con nuestro cuerpo y nuestra existencia y hacer de esto una representación, es decir, introducir al sujeto en la verdad de su inconsciente. ¿Estamos a la altura de la época de poder pasar por ahí? Porque esta polución afecta nuestra existencia y nuestro cuerpo.
“La fórmula que he dado de esa Verwerfung como rechazo del Ser. Lo rechazado de lo simbólico, he dicho en mi enseñanza, y que reaparece en lo real. Si el Ser del hombre es, en efecto, lo que a partir de cierta fecha es rechazado, lo vemos reaparecer en lo real bajo una forma completamente plena… basta salir un día de la casa propia al campo para hacer un paseo, que yendo por la ruta ustedes encontrarán un camping o más exactamente, todo alrededor del círculo de escoria, es ese Ser del hombre que reaparece en lo real que se llama el detritus.”
Las enfermedades alérgicas, cardiovasculares y respiratorias hoy vienen creciendo en el mundo en forma exponencial. Lo mismo que la violencia y las toxicomanías.
En las escuelas los maestros ya no saben cómo poner orden. Es que el orden se ha perdido. Lo mismo el problema en las aulas para que se haga silencio. Los maestros y los padres ya no saben qué hacer, de nada valen los manuales propios del discurso universitario: “Como ser padres hoy”, etc. Hoy el ruido y el bullicio son alarmantes, y los alumnos se distraen y muchas veces son diagnosticados como TDAH (Trastorno de atención e hiperactividad) y medicados desde la niñez. Son niños que se pasan largas horas frente al televisor o jugando a matar a infinitos enemigos con la PlayStation.
Aproximadamente el 11 % de los niños entre 4 y 17 años (6.4 millones) habían recibido un diagnóstico del TDAH hasta el 2011. El porcentaje de niños con un diagnóstico de TDAH continúa aumentando, desde 7.8 % en el 2003 a 9.5 % en el 2007 y hasta el 11.0 % en el 2011. Las tasas de diagnóstico del TDAH aumentaron a un promedio del 3 % por año desde 1997 al 2006 y un promedio de aproximadamente del 5 % por año desde el 2003 hasta el 2011 (datos de la Asociación Americana de Psiquiatría).
Los datos y las estadísticas son parte del problema que abordamos, están en lugar del saber establecido, porque el plus de goce contaminante debe ser cuantificado y programado.
¿Cómo pensar lo que acontece a nivel cognitivo si las máquinas nos recuerdan las tareas que tenemos que hacer y chillan si nos olvidamos de algo? Ya nadie recuerda casi ningún número de teléfono y los cumpleaños de los amigos nos son señalados a través de las redes. Va a faltar muy poco para programar la máquina, para que esta mande nuestros saludos sin que tenga que intervenir ninguna voluntad.
Dice Lacan en el Seminario 7, pág. 96: “En el punto de nuestra ciencia al que hemos llegado, por ende, una renovación, una actualización del imperativo Kantiano podría expresarse así, empleando el lenguaje de la electrónica y de la automatización: Actúa de tal suerte que tu acción siempre pueda ser programada”.
Se ha producido un cambio de paradigma. Tendríamos que ubicar la estructura del cambio subjetivo para poder operar. Lacan lo ubica como un cambio de discurso, donde al sujeto le han robado el saber. Del saber inconsciente que poseía, al saber técnico que no le pertenece y que tiene que tomar para ser evaluado.
Todos somos evaluados como unidades de valor en el mercado. Nosotros nos preguntamos ¿dónde quedó el saber inconsciente, el saber como invención?
¿Qué queremos decir con nuevo paradigma y nuevas formas del padecer subjetivo?
Hablar de nuevas formas del síntoma, es entender que en el síntoma existe una envoltura formal (que es la puesta en relación a los significantes del Otro) y una sustancia gozante (que remite a lo pulsional y no mira a ningún Otro).
Que el síntoma cambia con la época es algo comprensible en relación justamente a su envoltura formal. Entonces habrá que ver cuáles son los estigmas que la época actual de globalización le impone al síntoma.
Pero para acercar más el problema nos gustaría invertir el planteo y decir que lo que este nuevo siglo trae de novedad es el SÍNTOMA DE LO NUEVO, aquí lo nuevo es lo sintomático.
Siempre algo de esto aconteció, pero la época actual ‒en la que se verifica la caída de los ideales y la función paterna, dominada a su vez por los avances de la tecnología y del capitalismo‒ nos arroja a sentir las exigencias de lo nuevo en una carrera espantosa de la novedad. Lo absolutamente inédito es una especie de glotonería de lo nuevo, donde el ordenador no es el deseo y la regulación paterna, sino el goce superyoico del mercado, y lo que se desprende no es exactamente aburrimiento sino lo que llamaré “un enorme bostezo”. El tedio, un profundo aburrimiento, como lo expresaba Baudelaire cuando ya aparecía la decadencia inicial del capitalismo.
Esta carrera está impulsada por el quiero más, más y más… de la insatisfacción que impulsa no el padre superyoico, sino la nueva ferocidad de la ley del mercado.
Antes un niño jugaba con un juguete que lo acompañaba casi toda su niñez, ahora la novedad lo lleva a tener montones de juguetes que lo entretienen un rato y que luego abandona. Hoy los juguetes son infinitos y nuestro niño está superalimentado de ellos y al final se termina aburriendo. Esto último podría ser una analogía con lo que le pasa a la anoréxica con su madre. De hecho, estas patologías se presentan especialmente en los países más desarrollados donde desborda especialmente este furor por la novedad. Un nuevo amor, como vociferaba Rimbaud.
Por lo tanto, cuando hablamos de las llamadas patologías contemporáneas designamos:
• Anorexia-Bulimia
• Toxicomanía
• Violencia y patologías del acto
• Fenómenos psicosomáticos generalizados
• Depresión generalizada
• Un capítulo aparte merecería la crisis del sistema educativo, donde a partir de la conexión a la web hoy los alumnos saben más que el profesor. Entonces: ¿qué transmitir?, ¿qué enseñar? Michel Serres, en su libro Pulgarcita, plantea el horror que esto significa ya que los pulgarcitos, que manejan con el pulgar sus pequeños aparatos, en principio han sido decapitados. El saber está en las máquinas, ya no está en ellos.
• Un capítulo muy importante dentro de las patologías contemporáneas es el envejecimiento
El envejecimiento
Lo interesante es que en esta cultura donde lo nuevo hace síntoma, EL SÍNTOMA DE LO NUEVO ES EL HORROR A SER VIEJO. No se considera el envejecer como un síntoma de este malestar. No figura en general en los listados de las problemáticas contemporáneas. La sociedad actual ha forcluído el tema de la muerte. Por eso este gran problema contemporáneo no figura en ninguna de las clasificaciones.
Justamente en esta carrera de lo nuevo por lo nuevo, constantemente estamos viejos. Cada vez se es viejo más rápido como con las computadoras. La vejez es un síntoma y por eso hombres y mujeres de edad intermedia recurren cada vez más frecuentemente a la cirugía, a los implantes, a las siliconas, etc.
La vejez está descalificada pero cada vez es mayor su número en el ámbito mundial. Los geriátricos no dan abasto. Esta sociedad de consumo y desecho hace que los sujetos, al no poder estar a la altura de la carrera de lo nuevo (porque es lo imposible), queden identificados a lo descartable, a lo que en psicoanálisis nombramos como objeto a. Los geriátricos se han transformado en nuevos campos de concentración.
Muchas veces el estado de excepción en los términos de Giorgio Agamben, es decir un no lugar, un lugar por fuera de la ley y de los derechos humanos.
Nadie quiere ser viejo pero todos lo somos. Por eso el anciano es segregado hasta en la nomenclatura.
Se ha prolongado la vida pero no hay Otro cultural que diga para qué y sostenga su lugar subjetivo.
Entonces los ancianos son esa banda de nómades en su propio lugar.
¿Cuáles serían, entonces, los operadores para hablar de patologías de la época?
a) Caída de los Ideales.
b) Síntomas sin envoltura formal, resistentes a la dialéctica significante.
c) Síntoma como expresión de un goce autoerótico.
d) Síntomas que plantean un problema clasificatorio y de diagnóstico.
e) Estrago de la posición subjetiva.
f) En relación al yo y al narcisismo, que son preponderantes, se plantean dos polos: los canallas actuadores (que C. Soler llama “narcisismo”, conjunción de narcisismo y cinismo), y las víctimas inhibidas, pues la máquina fálica produce un sacrificio en lo real.
Alternativas epistemológicas, políticas y clínicas
Sabemos, a través de la enseñanza de Lacan, que el discurso capitalista propone un tratamiento del goce. No como lo hacía el amo antiguo a través del saber (el artesano gozaba sabiendo hacer una vasija), sino por medio de suturar la división subjetiva con la producción de objetos que en realidad producen una inagotable insatisfacción.
¿Por qué el sujeto queda a merced del objeto? ¿Por qué es requerido de esta manera? ¿Qué lo implica hasta en la efímera duración del mismo?
Heidegger llama a esto estructura de emplazamiento, marcando la relación que hay entre la esencia de la técnica y este requerimiento aniquilante que él denomina “el máximo peligro”.
El máximo peligro es que el sujeto no se pueda separar de esta solicitud extrema, y aquí habría que plantear el tema del goce efímero que brindan los objetos del mercado, pues plus de goce y plusvalía tienen el mismo lugar.
En este sentido, el objeto droga puede ser un paradigma: un plus de goce efímero, adictivo y mortal, que implica justamente por ser adictivo, la enorme plusvalía del capitalista traficante.
La esencia de la técnica no es técnica, es que a través del objeto técnico se desoculta la verdad del ser, y esta verdad es el plus de goce. Cuanto más plus de goce y más plusvalía pueda rendir la hace ejemplar en el mercado.
El efecto final de estas patologías que producen estrago de la subjetividad es la segregación, que en forma extrema lleva a los viejos a los geriátricos, a los recién nacidos a las guarderías maternales, a los niños a una temprana medicación, a los actuadores y violentos a la calle o a la cárcel, y a la mayoría a circular por los dispensarios médicos o a quedar atrapados en distintos sistemas que prometen la sanación, la juventud y la felicidad consumiendo algún producto, sea gimnasia o ginseng, o una dieta rica en proteínas y pobre en colesterol.
Michel Serres, ya citado en su libro Pulgarcita, es sin embargo optimista, pues plantea después del horror y la decapitación lo que Heidegger llama el máximo peligro, el hombre contemporáneo volverá a ponerse en su cuello su cabeza, porque puede llegar a inventar. Él plantea que hay que reinventarlo todo, desde lo individual a lo colectivo. He aquí una posibilidad: inventar otras formas de enseñar, de estar con el otro, nuevas formas del lazo familiar, una nueva forma de hacer política y de democracia. ¿Una nueva forma de hacer el amor?
En este sentido, en el máximo peligro se puede encontrar aquello que nos salva: inventar una nueva forma de vivir.
“Es sobre este asunto que Lacan nos ha dejado, sobre una retroacción que ha ido hasta borrar en larga medida la historia del psicoanálisis. Nos dejó sobre la necesidad de hacer con la contingencia de lo real, es decir también, con la invención y la reinvención, sin ningún fatalismo. Y es por lo cual, a pesar del peso presente de la cantidad, la medida y el número, todo esto queda a merced de la contingencia. Está en nosotros saber aprovecharla." (Jacques-Alain Miller en "A merced de la contingencia").
Lacan plantea una posible salida del discurso capitalista, por sus juntas, es decir sus grietas, allí donde el sujeto sufre de este goce del objeto que lo abruma.
Lacan plantea que esa salida no será posible sin la experiencia analítica. No se trata de que todo el mundo llegue al final de análisis, pero sí que en cada uno de los lugares de la comunidad el discurso analítico pueda operar la división subjetiva, para que los sujetos podamos abrir una interrogación del ser como proponía Heidegger.
Para terminar citaré un párrafo del libro de Heidegger Serenidad:
“Pero si decimos simultáneamente SI y NO a los objetos técnicos, ¿no se convertirá nuestra relación con el mundo técnico en equívoca e insegura? Todo lo contrario. Nuestra relación con el mundo técnico se hace maravillosamente simple y apacible. Dejamos entrar a los objetos técnicos en nuestro mundo cotidiano y, al mismo tiempo, los mantenemos fuera, o sea, los dejamos descansar en sí mismos, como cosas que no son algo absoluto, sino que dependen ellas mismas de algo superior. Quisiera denominar esta actitud que dice simultáneamente SI y NO al mundo técnico con una antigua palabra Gelassenheit para con las cosas”.
Gelassenheit: desatado, soltado, dejado, desradicado, desasido, despropiado, SERENO.
Ernesto Perez
© elSigma.com - Todos los derechos reservados