Subjetividad de la Época

Subjetividad de la Época
Ernesto Perez

"No hay otro tiempo que el que nos ha tocado"
Serrat
Significantes Amos que nos determinan. Que nos arrastran a una forma de gozar es decir de sufrir.
¿ideologías?: las ideas de la conciencia individual y del imaginario social,
¿los episteme?: conocimientos que los filósofos marcan como el filo de lo discontinuo en un período.
Mentalidades que la historia construye en un momento dado. Aquello que permanece y perdura en un tiempo y que conforman una época, del griego "epéchein": lo que continua, lo que persiste...

Pero " es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”. “Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros.” Giogio Agamben

Morir es un arte,
como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Silvia Plath


sábado, 10 de mayo de 2014

Un sueño como promotor, precursor del acto creativo: Federico Fellini y George Simenon

El lazo de amor y amistad entre el cineasta Federico Fellini y el escritor George Simenon que recogemos a través de su correspondencia,  nace en 1960,  y se mantendrá a lo largo de casi 30 años, uno escribirá en italiano y el otro en francés; el idioma no impedirá el despliegue del enorme afecto construido entre estos notables artistas.

George Simenon, el creador del personaje detectivesco el Inspector Maigret.  Estos personajes creados, como dice Luis Guzmán en el prólogo del libro: Maigret; Sherlock Holmes de Conan Doyle o Poirot de Agatha Christie realizan el sueño y la fantasía de una curiosidad y un afán de investigación que es universal. El lazo se inaugura a partir de que  G .Simenon fuera invitado a ocupar el lugar de Presidente del  Jurado  para el festival de cine en Cannes   donde se exhibía la “Dolce Vita”. Se suponía que no habría sobre el jurado,  presión de organizadores ni de productores, pero  no fue así. Cumplir con su tarea, al escritor  le costó  varias discusiones y enemistades, ya que solo obedeció a su predilección estética. Henry Miller lo apoyó  junto con unos pocos otros y así entre silbidos, y algunos  aplausos  le otorgaron la Palma de oro a Federico Fellini.

 La Dolce Vita,  luego se convertirá en un hito de la historia del cine.  Pero hasta ese entonces Fellini era  un caricaturista, periodista poco conocido, asistente de dirección, guionista y director de unas cuantas películas sin mucho reconocimiento, mientras que Simenon era ya un gran escritor a quien  Fellini en sus 17 años,  luego de haber  leído en una sola noche  3 de sus libros, le confiesa haber  enfermado  de una ilimitada admiración por el escritor.

Así, dos  formas estéticas: la literatura y el cine comienzan una larga conversación. Dos hombres del arte con algunas afinidades, como el interés por el psicoanálisis, en especial  por Gustav Jung;  a Freud  ambos reconocen tenerle miedo, miedo al Freud de las angustias, del malestar, de las obsesiones, pero aunque los intimida y abruma,  en él reconocerán  al  gran Maestro. Jung será para ellos alguien más accesible, un compañero de viaje, un hermano mayor.

Años después, Fellini hará pública su admiración por  Simenon en una entrevista: ¿En qué consiste para Ud. la creación artística? Y el dirá:”Simenon es un ejemplo claro de ello, él es un médium invadido por seres fantásticos; un hombre creativo siempre es un médium que atrapa y materializa una dimensión fantástica, a través de palabras, colores, imágenes”. “una vez un periodista le pregunto a Simenon como escribe un libro: “a veces, contestó, todo comienza con un olor desconocido, el olor a fritura hace surgir una cocina en una pequeña ciudad, luego entran las personas a la cocina…” en el caso de un artista “sensual” todo comienza con un contacto físico con la realidad. En mi caso es igual, dirá Fellini,  antes de comenzar a filmar una película no sé casi nada acerca de ella. Intento crear una atmósfera determinada, con un ritual siempre igual, como un mago. Son ante todo los rostros los que me ayudan a materializar mi idea. Miro a las personas a los ojos, a los actores o a los que no lo son, y sus caras me dicen: míranos atentamente, cada uno de nosotros es una pequeña parte de tu película…todo transcurre como si la película ya estuviera totalmente terminada fuera de mí… El artista es quien encuentra su relación personal con este magma fantástico y el que sigue perforando a través de un pequeño agujero hasta que su fantasía se materializa. Y también debe admitir que la fantasía no se materializa de una sola vez sino mediante un acierto después del otro…veo una pequeña cola y tiro y tiro, hasta que finalmente descubro un elefante”

Luego será Simenon quien le rendirá su tributo a Fellini: “Sabe, yo nunca voy al cine...Algo así no me había pasado nunca…cuando vi su película Casanova lloré… ¿Ud. es conciente de que ha creado su obra maestra?...con ese fresco ha logrado hacer la más hermosa historia de cine, un verdadero psicoanálisis de la humanidad…”.

El  intercambio de cartas, darán  cuenta del lazo  que irá construyendo   esa relación; en distintos tiempos tomará una forma fraternal “siempre es maravilloso descubrir un hermano en alguna parte”  dirá Simenon;  o paternal  “que nos encontremos y podamos conversar un poco, ya me convierte en un pequeño niño excitado”, “ ya empecé 3 veces esta carta y después de dos o tres renglones la rompí, en parte la culpa la tiene la cinta que mancha el papel, pero en parte también mi respetuoso temor a escribirle” responderá Fellini.

Del  intercambio epistolar  recupero una carta en particular que nos permita quizás a nosotros, en tanto psicoanalistas,  poder avanzar por el fascinante y misterioso camino de la creación.

Chianchiano agosto de 1976
“Mi querido Simenon: …la carta es larga, recorto un párrafo:
“Lo retengo un poco, pero deseo contarle algo más para mostrarle cuán fructífero ha sido el encuentro con su fantasía y  fuerza creadora. Va a hacerle una gran confidencia, le relatará un sueño que tuvo hace dos años  antes de empezar a filmar  Casanova.”
”Estaba atravesando una etapa difícil. Inactividad, falta de confianza en mí mismo, paralización, odio a la película, la sensación de haberme metido en un callejón sin salida, largas noches en que me rompía la cabeza y llegaba a las  ideas más abstrusas de cómo podría anular el compromiso sin que los perjuicios fueran demasiados. ¿Qué tengo yo que ver con Casanova?, me preguntaba; ¿qué es lo que sé sobre el siglo XVIII?; Siempre me desagradaron los grabados en madera y las pelucas blancas. Además ¿tiene sentido rodar una película en una lengua que no es la mía?....montañas de papeles escritos y luego rotos…una violenta ira enfurecida contra todos los que intentaban animarme; me sentía atrapado, atado, condenado a hacer una película profundamente ajena a mi temperamento, a mi fantasía, sobre una persona que no me pertenecía, que no me era simpática… En una de esas noches “soñé que me despertaba el tecleo inacabable de una máquina de escribir. Me di cuenta de que me había quedado dormido en un gran jardín humedecido por el rocío con grandes árboles llenos de hojas verde profundo, más abajo, en medio de un claro en el que crecía el pasto había un edificio parecido a una torre. El tecleo de la máquina de escribir venía de allí. Me acerqué y ya no se escuchaba ningún ruido. En puntas de pie me asomaba a una ventana y veía una habitación, blanqueada con cal como una celda, un hombre estaba allí. Un monje que hacía algo que yo no podía ver porque estaba de espaldas. Estaba sentado y  alrededor de sus pies había un grupo de niños y niñas pequeños que se reían, bromeaban tocando sus sandalias y el cordón de su sotana. Finalmente el hombre se daba vuelta y era Simenon. En su mentón llevaba pegada una barbita blanca-reconocí en seguida que era una barba falsa- de maquillaje. Sorprendido y también un poco decepcionado, no me lo podía explicar, hasta que oí una voz a mi lado que decía “es falsa”, seguro que es falsa, él no es viejo sino muy joven, mucho más joven que antes”. ¿Y qué hace? preguntaba yo en el sueño, “pinta su nueva novela, lo ves? Ya pintó más de la mitad, es una hermosa novela de Neptuno”. Luego la voz desapareció y me desperté.

Casi como asociando sobre el sueño, le cuenta además a Simenon, que había olvidado decirle que uno de los motivos de la depresión en esa etapa también consistía en la desagradable conciencia que tenia de haber superado los 55 años y de estar acercándose irremediablemente a los 60. (Simenon  tenía en ese momento 73 años).
Lo que fue sorprendente e indiscutible para Fellini, es que a la mañana siguiente de ese sueño, sintió que la tensión cedía, la película parecía menos odiosa y comenzó a trabajar. 

Fellini interpreta en parte su sueño, si bien son elaboraciones secundarias le permiten reconocer que  sin duda algo  destrabó la dificultad con la lengua inglesa, lo dice así “si Simenon hasta podía pintar sus novelas porque no iba yo a poder hacer una película en una lengua extranjera?”; agrego,  también gracias al sueño  la ajenidad con el personaje Casanova  deja de ofrecer resistencia al trabajo de la creación,  en el sueño se deshace el rechazo, el prejuicio. La figura de Neptuno, dios de las profundidades del mar, parece invitarlo a revisar sus profundidades y entonces Casanova es admitido como personaje que debe vivir profundamente en su interior. Se somete a la decisión de su deseo.

No es mi intención, ni corresponde  interpretar este sueño. En sí mismo el sueño ya es una interpretación que el sujeto se otorga;  pero sí servirme de él en lo que hace a su función,  como aquello que promueve,  que da impulso a la creación artística.  Me interesa subrayar que  es un sueño como dice Fellini que lo despertó.  En el sueño, hay un llamado del Otro/otro (Simenon representado en el tecleo de la máquina de escribir que lo mueve, lo lleva, lo invita a espiar, curiosear, investigar lo infantil. Es el  tecleo de la máquina de escribir quien lo despierta, ya que Fellini sueña que estaba soñando.
Tampoco puedo dejar de leer ese significante que insiste Blanco, Bianco, Blanc. Repetición significante, letras inconcientes que orientan al sujeto, solo diré esto.

Retomando mi línea de preguntas, es importante en esta lectura, ir paso a paso. Partiendo de lo previo a la fabricación del sueño, me refiero al estado de ánimo del sujeto antes de disponerse a “dar el salto”, retomemos las palabras del artista: estaba atravesando una situación de paralización, de falta de confianza en mí mismo, con alteraciones del carácter, dudas, apremios, exigencias, atascamiento, y como salida infructuosa de ese estado la ira, el desagrado, la furia, la violencia. Es la descripción de un sujeto atrapado  bajo la demanda del Otro: “¿cómo podría anular el compromiso sin que los perjuicios fueran demasiados?”.
División subjetiva que lo lleva a  preguntas, tales como, ¿en qué me metí?, ¿que tengo yo que ver con todo esto, que me es ajeno y me desagrada? Distintos afectos se manifiestan, desde la inhibición, el embarazo, el síntoma y aún el pasaje al acto. Toda una sacudida  respecto del fantasma.

Otro elemento que resulta interesante y a la vez enigmático en este proceso, es que se trata de un creador, y Casanova no es su primer obra;  Fellini ya ha pasado por películas  que fueron consagradas  inscribiendo  su nombre y estilo en la cultura:  lo Felliniano.

 Entonces, resulta llamativa tal desazón ante la nueva obra. ¿Cuando pensamos que la sublimación no es sin la represión, sino más allá de ella, quizás deberíamos hacer entrar en la cuenta que ese “salto” a la invención no se realiza de una vez y para siempre? Me refiero a la castración del Otro. ¿Para el artista cada nuevo quehacer creativo, y no cualquiera, sino aquel que vuelva a poner en jaque al fantasma alimenta nuevamente la barrera de la represión, trae su retorno  y obliga al sujeto a un nuevo trabajo de franqueamiento para modificar, cambiar el trayecto que la fijación ha impuesto a la pulsión? ¿Se trata una vez más de luchar para  vencer  las ataduras que se han recreado; desatar las inhibiciones que una vez más han reverdecido?

Dice Juan Ritvo, en un exhaustivo trabajo sobre “La Sublimación: Trayectos y problemas”, publicado en la Revista Redes de la letra Nro. 14, lo siguiente:
“sí, podemos decir de alguien que ya dio el salto, que algo debió producirse en su psiquismo, alguna abertura que funcionó, retrospectivamente, en su estructura pulsional, como condición de posibilidad. Abertura que puede constituir -y de hecho lo hace- un vehículo para la alegría, para la voluptuosidad… (Página 22)

Lo que ubico aquí, como la condición de posibilidad para  el salto a la invención es que se produce mediante el trabajo de elaboración que hace el soñante en relación a su sueño; es allí gracias al sueño,  podríamos decir que se gesta una abertura en su estructura pulsional, algo allí se desata,  se desvanece y permite superar el estancamiento libidinal. En el decir de Freud: Trabajo de elaboración del sueño.
Aquí, el sueño marca, inscribe un antes y un después en el psiquismo del sujeto, y abre el camino hacia la creación.

 Simenon le responde sobre aquella confesión que le contó, que se parece a ciertos sueños que él también tuvo, dice: “yo también conozco momentos de vacío y ya estuve tentado cientos de veces en mi vida a abandonar la escritura…creo que esto es totalmente natural y juraría que también a hombres como Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci les debe haber sucedido a menudo….lo que más admiro en Ud. Es que se haya liberado de todas las coerciones, de todos los tabúes, de todas las reglas. Siga mi querido amigo a pesar de todas las resistencias y regálenos obras maestras con su gran intuición.
Para finalizar, quiero recordarles  que en el comienzo de la película Fellini presenta a Un Giacomo Casanova de 73 años rememorando….

Nelly Urbina
Integrante del Servicio de adultos turno tarde del Centro de Salud Mental Nro.3 “ A. Ameghino”
Docente de la Escuela de Postgrado del Centro de S. Mental Nro. 3 “A. Ameghino”

Comentario:
1) Yo creo que en la creación el fantasma es la creación misma...en el sueño Fellini se dice a través de Simenon: "Pinta tu nueva novela" y filmar tal vez sea eso pintar la novela de la historia infantil donde el deseo perverso se bordea..
2) En el sueño Fellini se desdobla en Simenon y los niños que juegan:  volver a ser un niño que juega...no es eso mismo el principio de la creación?

1 comentario:

  1. Hola:

    GRACIAS Ernesto por este artículo tan rico: sueños, elaboración, fantasma, creación...
    Leer desde lo epistolar un entramado con enigmas y algunas respuestas posibles sobre el acto creador siempre apasiona y nos remite a algún/os sueños que nos marcaron un antes y un después en nuestros días. Tal vez días menos radiantes en cuanto a las creaciones artísticas, pero no por ello menos faltos de sed de ellas...
    Amo el cine y las novelas de Maigret... (que se llevaron al celuloide con pasión), y creo que en ambas formas nos atrapan los fantasmas que en ellas anidan: ficciones de las ficciones fundamentales de los sujetos. Creo que ahí hay un nudo-enigma que hace que el goce estético sea posible y nos seduzca.
    Cuando en una producción hay rasgos que se huelen, -aunque sin tocarnos, sólo nos rozan-, se produce algo maravilloso que es sin saberlo, sólo nos sucede. ¡Y cuántos efectos luego de un libro, de un film, de una carta...!! ¡No?
    Me parece, también, que es riquísimo leer, y más luego de unos años, las tramas epistolares que ligaron a los sujetos: por el amor-amistad, por las posiciones ante el otro y el Otro, y por los horizontes nuevos que allí se descubren y que se nos pueden abrir, en lo singular, para recrearnos, (¡y, además, en lo cotidiano!!).
    Rescato algo que escribió Nelly Urbina: el JUEGO en la niñez. ¿Por qué tan importante, crucial? Porque es un acto creativo donde el sujeto hace sin saber su lugar; se da un lugar en una historia aún no desplegada. Es la grandísima antesala del fantasma, y la posibilidad compleja y rica de sustituir y agiornar la ficción fundamental por otras que vayan bordeando y bordando lo enigmático del deseo. ¡Más creatividad ficcional que ellos...!

    Cariños.
    Marta de Toro.(12-5-2016)

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