Subjetividad de la Época

Subjetividad de la Época
Ernesto Perez

"No hay otro tiempo que el que nos ha tocado"
Serrat
Significantes Amos que nos determinan. Que nos arrastran a una forma de gozar es decir de sufrir.
¿ideologías?: las ideas de la conciencia individual y del imaginario social,
¿los episteme?: conocimientos que los filósofos marcan como el filo de lo discontinuo en un período.
Mentalidades que la historia construye en un momento dado. Aquello que permanece y perdura en un tiempo y que conforman una época, del griego "epéchein": lo que continua, lo que persiste...

Pero " es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”. “Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros.” Giogio Agamben

Morir es un arte,
como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
Silvia Plath


miércoles, 30 de septiembre de 2015

Psicoanálisis y Salud Mental



                                                En la época del capitalismo salvaje

El código moral del fin del milenio
no condena la injusticia, sino el fracaso
                                                                                                 Eduardo Galeano
 
Vamos a reflexionar sobre la relación posible que vienen manteniendo el psicoanálisis y el campo de la salud mental. Esta relación siempre fue de una cierta tensión. En sus comienzos fructífera pero con la avance de las grandes empresas farmacéuticas se fue haciendo incompatible.

Esto se fue plasmando a partir de los años cincuenta en el trabajo especialmente hospitalario donde la praxis psicoanalítica se fue reinventando para pensar nuevos problemas, y la salud mental recibía el motor teórico que necesitaba para avanzar en su praxis transformadora sobre el modelo asilar.

Vamos a pensar lo que ocurre en la actualidad después que paso bastante historia desde que la salud mental hace su aparición primero como higienismo mental, y luego después de la segunda guerra mundial, con una fuerza que fue capaz de cuestionar el modelo psiquiátrico tradicional.

Nuestra tesis es que en la época del capitalismo tardío, también llamado salvaje, de la globalización neoliberal, la praxis de la salud mental se fue degradando de sus principios iniciales, y fue cayendo en una nueva y sin precedente segregación y estigmatización de la enfermedad mental. Maquillada con los viejos lustres de los derechos humanos oculta, al dejar de lado la subjetividad producto del desencadenamiento de la ciencia, un gran negocio. Un mercado mundial donde la enfermedad y sus tratamientos dejan suculentos dividendos. Es en este sentido que pensamos que psicoanálisis y salud mental son incompatibles.

Es por esto que la salud mental hoy es el campo de una conflictiva política donde se juegan posiciones antagónicas y donde el psicoanálisis tiene mucho para decir.

Basta señalar la última bomba que acaba de estallar días antes de que se lance al mercado el nuevo manual diagnóstico DSM V de la Asociación Americana de Psiquiatría, cuya elaboración estuvo plagada de polémicas. Pues  el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos anunció que abandona esa clasificación que determina cientos de patologías mentales con criterios externos y siempre muy acordes a las necesidades de la industria farmacéutica.

El escándalo que significa que en el 2008 en EEUU casi la mitad de los habitantes se reputan clínicamente enfermos de algún cuadro mental y casi la cuarta parte de la población 67,5 millones ha tomado antidepresivos. Se prescribían ya entonces 200 millones de recetas anuales para tratar la depresión y la ansiedad.

Origen del campo de salud mental y encuentro con el psicoanálisis

En sus orígenes esta corriente de la salud mental fue una fuerza de cambio que incorporando el psicoanálisis, el hospital de día, las terapias grupales y terapias por el arte supieron enfrentar el discurso manicomial, representado por los grandes nosocomios que simbolizan el encierro del enfermo mental a veces en forma definitiva.

Esta corriente progresista munida de los ideales de la época de liberación, donde los derechos de las personas estaban en el centro de su accionar y fortalecida por la teoría del psicoanálisis,  se enfrenta a la discriminación y segregación del enfermo mental. Aboga por la reinserción social y plantea postulados donde trata de escuchar al que sufre aunque el que sufra tenga un discurso delirante, porque se trata de buscar procesos de subjetivación.

En este sentido el psicoanálisis ha ayudado en la conformación de políticas que tengan esta orientación. Así la creación de hospitales de día, la creación de servicios de salud mental en todos los hospitales generales con camas para internaciones breves, los centros de día, las casas de medio camino, el acompañamiento terapéutico, las terapias ambulatorias junto con la incipiente farmacología conforman un momento de encuentro entre psicoanálisis y salud mental.

La psicofarmacología aparece en este sentido para posibilitar el despliegue de la palabra evitando los electroshock y los chalecos de fuerza, en la misma línea de reinserción social y evitar la cronificación y el encierro.

Esto posibilito que psicoanálisis y salud mental encontraran coincidencias. Habría que destacar en este sentido la actual promulgación de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 que implica un avance inédito en esta materia. Que tuvo y sigue teniendo enormes resistencias desde la corporación médica, la corporación judicial  y las grandes empresas farmacéuticas.

Diferencias entre Salud Mental y psicoanálisis

La salud definida por la OMS como “un estado de completo bienestar físico, psíquico y mental” en la Conferencia Sanitaria Internacional realizada en New York en 1946 y que entra en vigencia en 1948, comienza a delinear este cambio de paradigma en la concepción tradicional y que abarca el diagnostico, la prevención, el tratamiento, y en el campo psiquiátrico implica que el enfermo de ser objeto clasificatorio y de vigilancia social, pasa a ser sujeto de su propia curación.

Así la salud mental desde el psicoanálisis es un ideal para llevar adelante políticas de cambio. El bienestar es el punto central donde gira su accionar, se pasa de pensar en términos de enfermedad a pensar en términos de derechos e ideales de salud.

Al entrar la salud, como bien a formar parte de la política, aparece el campo de discusión de distintas políticas a llevar adelante y un debate que se fue dando sobre concepciones de salud y los intereses que se pusieron en juego. Porque esta es una corriente que va a levantar los derechos humanos como bandera: a la salud, a la vivienda, a la educación, al trabajo, a la seguridad, etc.

Así el psicoanálisis al considerar todo esto como un derivado de los ideales de la persona y que la curación y el bienestar son efecto secundario de un análisis plantea sus diferencias, pues hay un incurable para el sujeto: del inconciente nadie se cura. Másallá del principio del placer, el masoquismo primario y la repetición en relación al superyó, le hacen pensar a Freud que el enfermo no quiere su curación, y esta resulta un imposible, solamente podremos llegar a un núcleo de real donde el sujeto debería hacer algo con eso. También para Lacan el psicoanálisis va más allá de los ideales y cuando escribe Kant con Sade descubre que el sujeto puede estar bien en el mal, llevando la ética a un impase diferente. No necesariamente el sujeto quiere su bien. Así es Lacan quien lleva el pensamiento freudiano más lejos con su noción de sinthoma como el núcleo que queda al final.

O sea que si bien Salud mental y Psicoanálisis coinciden en la importancia de la subjetividad en el sentido de la no segregación del sujeto, difieren en el lugar donde el campo de la salud mental es guiada por ideales en las políticas de salud, en cambio el campo del psicoanálisis es guiado por la singularidad de un imposible de curar y acompaña al sujeto a inventarse algo con eso.

La Salud Mental  las neurociencias y las nuevas tecnologías

 En este panorama el desencadenamiento del discurso científico, va a producir efectos enormes en este campo así planteado. La salud de ser un bien entendido como un derecho se fue convirtiendo en una mercancía.

Las nuevas tecnologías se fueron introduciendo para tratar políticas llamadas “de gestión”, es decir la salud es una mercancía y se necesitan buenos gerenciadores para producir un beneficio, beneficio que se fue traduciendo no en una mejor subjetivación, sino en pensar en costos y en la extracción de  mayor plusvalía de los sectores implicados, y en este sentido las privatizaciones y los recortes de los presupuestos estatales fueron los efectos concretos de este proceso.

Se va operando paulatinamente un cambio de paradigma.

A partir del año 1952 que se desarrolla la clorpromazina (Ampliactil) comienza una introducción de la psiquiatría puramente biológica dentro de la psiquiatría y la salud mental.

Si bien esto trajo al principio una ayuda fundamental en los tratamientos porque el enfermo calmaba su excitación, su angustia y podía desplegar su palabra y su subjetividad, rápidamente el fármaco introduce toda la industria farmacéutica y con los grandes laboratorios elaborando productos , el fármaco se va haciendo central especialmente en los años 90 y va reordenando todo el campo de la salud mental, en tanto diagnostico (el cambio del DSM II del año 1965 al DSM IV de 1994 es fundamental, ya que se pasa de la incidencia que a través del síntoma el psicoanálisistenía en este campo, al trastorno donde es la neurociencia y el cognitivismo el eje) también en tanto al tratamiento (ya no importa la subjetividad o es secundaria, lo que importa son el nivel de los neurotransmisores en alta o en baja, y la ayuda psicoterapéutica tiene objetivos preestablecidos). Esto tiene como proyecto: llegar a la enfermedad mental generalizada y la medicalización absoluta de toda la patología incluyendo situaciones de conflicto, angustia o ansiedad normales en la vida del ser humano.

A todo esto hay que agregar que el DSM V,acentúa estos rasgos donde se ata la salud mental a las neurociencias en forma más intensa.

El negocio de los medicamentos en el mundo después del negocio de las armas y las drogas es el más importante. Lo cual implica una rentabilidad que necesita de actores dentro de los agentes de la salud mental. Así los médicos son formados en neurociencias y los psicólogos en terapias cognitivas que prometen una eficacia más alta y más rápida que los tratamientos por la palabra. Los congresos “científicos”, al igual que algunas publicaciones,  pagados por los laboratorios en vez de discutir sobre temas de la especialidad parecen diseñados para vender un producto.

El sistema capitalista globalizado ha impuesto el fármaco como normal dentro del consumo. En este sentido es que podemos decir que la toxicomanía es el símbolo de esta época. Un producto cada vez más masivo, adictivo y que deja una enorme plusvalía.

Así el desenfreno del capitalismo neoliberal, lo imparable del desarrollo científico tecnológico y el inconciente compulsivo y superyoico que ordena más y más para lograr el bienestar, han realizado un anudamiento loco que va desplazando al psicoanálisis y con él, el lugar de la subjetividad.

Hoy asistimos a una puja entre algunos sectores de la salud mental, en general psicoanalistas y psicólogos que trabajan en hospitales públicos que tratan de ubicar a la salud como un derecho, y los grupos de poder comercial que imponen esta tendencia de la salud como una mercancía y la administración de la misma  apunta a un gestionar  eficaz en términos de la ganancia de los laboratorios.  Hoy la psiquiatría corre el peligro de ser absorbida por la neurología y el psicoanálisis ser desplazado de las políticas de salud mental por terapias conductistas que operan en la línea de comportamientos disfuncionales, efectos de lo que ocurre a nivel cerebral y que solo es válido investigar con los métodos del positivismo.

La psicología social y comunitaria que era la base de la salud mental y la manera de operar con el psicoanálisis, como proponía Enrique Pichón Riviere pionero en este sentido a través de sus grupos operativos, hoy es la pantalla que utiliza el capitalismo para introducir “nuevas tecnologías” que con elementos estadísticos, de recursos y de gestión van cambiando el vocabulario y por lo tanto las distintas prácticas. Ahora se habla de planificación, de eficacia de la gestión, de recursos humanos, económicos y técnicos. Este lenguaje empresarial se empieza a instalar en los años 90, junto con el DSM IV y las políticas neoliberales que se fueron instalando a nivel mundial y hoy estamos viendo sus estragos.

Nuevo Paradigma: Un amo segregativo enmascarado

Así se fue imponiendo un discurso tecnocrático en salud mental, que vestido de humanismo eficientista encubre una nueva segregación, más profunda y generalizada, donde los sujetos ya no quedan confinados en un ámbito físico, como era el manicomio, pero si quedan confinados en una etiqueta diagnostica que estigmatiza (depresivo, Panic Tac, Toc, Bipolar, etc. y con base en lo molecular) Grupos de personas que sin responsabilizarse de sus síntomas están condenados de por vida a tomar cada vez más medicación ( Y últimamente con los nuevos métodos predictivos genéticos, se diagnostica a aquellos desde su nacimiento. Grupos etarios, que  tienen tal o cual porcentaje de sufrir de algún trastorno, y algunos actores pretenden el debate de si deben ser medicados preventivamente desde la infancia)

No hay encierro, no hay manicomio, pero se trata de otro encierro, el paciente está cerrado a su condición  subjetiva, a no ser más sujeto de su padecimiento.

Para terminar existe hoy en el campo de la Salud mental una puja política para imponer un sistema tecnocrático segregativo, una nueva forma del discurso manicomial y aquellos que queremos que la salud mental sea el campo donde se siga rescatando la subjetividad. En este sentido el psicoanálisis con sus nuevas maneras de intervención tendrá lugar, o la salud mental será el campo de lo enfermo y el psicoanálisis será segregado junto con la subjetividad.

Para lo cual el trabajo es grande porque se trata de pensar de nuevo las estructuras clínicas y las llamadas problemáticas clínicas contemporáneas, fuera de como lo plantea el DSM (trastornos de base molecular que vienen con la genética y se desencadenan en un momento de la vida). Pensar el proceso de los tratamientos institucionales con su tiempo lógico, más allá de los tratamientos cognitivos y de medicalización donde se pone en juego la planificación, el protocolo y el grado de eficacia. Tratamientos pedagógicos de reaprendizaje de la realidad, cursos de entrenamiento, coaching y conselium tan en boga en relación a actividades empresariales que son ahora modelo de los tratamientos para salud mental (aconsejar, acompañar, instruir y entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas).. Debemos pensar de nuevo los dispositivos de tratamiento fuera del discurso tecnocrático y para esto sería imprescindible pensar qué lugar para el analista.


Ernesto Perez
Presentado en el Congreso de la AASS el 27 de agosto de 2015